EL SIGLO XX ELECTORAL
Tras el paréntesis republicano del microcosmos madrileño de 1893, volvemos a septiembre de 1923. Recordamos que el país estaba en una coyuntura terrible: una crisis económica de postguerra; terrorismo anarquista en su máxima cota de atentados a políticos, empresarios y religiosos; desmoralización militar ante la sangría de Marruecos, con el consiguiente escándalo de la responsabilidad del rey Alfonso XIII en el desastre de Annual, etc. Recordemos que el 13 de septiembre sucumbió el tinglado de la Restauración sin que nadie saliese en su defensa.
LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA 1923-1930
El 13 de septiembre, tras la Diada catalana, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, publica su manifiesto “A la nación”. Estamos ante un pronunciamiento típico del siglo XIX. Al día siguiente el rey le recibe en Madrid y forma un directorio militar como gobierno. Apenas protestó nadie. Como era de suponer, algunos políticos del “régimen” protestan en vano. Ni la opinión pública hastiada de “parlamentarismo de salón”, ni las formaciones obreristas, ni los catalanistas, protestan ante una situación que se prometía transitoria. La mano dura se impone contra los opositores. El PSOE no fue perseguido, sino tolerado.
Poco a poco, el aparato montado por el general Martínez Anido en Cataluña (soplones, paramilitares, técnicas policiales de dureza) van apagando el desafío terrorista del anarquismo catalán. Tras ello, el problema marroquí. El jaque de Abd el Krim en el Rif, lejos de remitir, aumentaba, con la nueva sangría de soldados españoles en Xauen. Ante el órdago del líder rifeño de atacar a los franceses, se organizó una acción conjunta franco española que acabó en el desembarco de Alhucemas en septiembre de 1925. En 1927 el problema marroquí terminaba.
Con el orden público calmado y el Rif en calma, en diciembre de 1925 se implantaba el directorio civil. Estaba formado por ministros tecnócratas muy preparados profesionalmente: apolíticos pero de tendencia derechista y católica, jóvenes sin contacto con el régimen anterior. José Calvo Sotelo será su ministro más representativo.
Posteriormente se creó la Unión Patriótica como partido único, interclasista y nacional, así como la Asamblea Nacional Consultiva, pseudo parlamento sin poder legislativo. Era un sistema típico inspirado en la Italia fascista. Tal era el desprecio por el viejo pseudo parlamentarismo liberal de la Restauración. Cualquier alusión a partidos políticos o a elecciones libres o a una Constitución, irritaban al dictador y a buena parte de la población española.
El fugaz desarrollismo económico mundial de los años veinte tajo el triunfalismo del régimen y la tranquilidad social. En esos años también se produjeron las primeras migraciones importantes campo-ciudad, la modernización social y la incipiente aparición de una clase media moderna. Poco a poco la sociedad española diría NO a un sistema dictatorial. El otoño de 1929 y la crisis económica voraz, acabaron con Primo de Rivera en enero de 1930. El resto del año y hasta la primavera de 1931, las cosas se precipitaron. El general Berenguer formaba la “dictablanda”. No resistiría el embate y dimitió.
El Directorio Militar.
LAS ELECCIONES MUNICIPALES DEL 12 DE ABRIL DE 1931
El año 1931 se decidió dar una transición a un nuevo régimen. El almirante Aznar sería el encargado como nuevo jefe de gobierno. Volvían las elecciones a España tras el paréntesis de Primo de Rivera. El calendario se diseñó en dos etapas para volver a un nuevo régimen. “Aquí no ha pasado nada” declaró el general Berenguer. Esa frase tuvo una contestación enérgica en forma de artículo periodístico de Ortega y Gasset en El Sol. El 3 de marzo, se convocan las elecciones. Primero habría unas elecciones municipales para el día 12 de abril. A continuación, el 7 de junio serían las elecciones al Congreso, y el 14 al Senado. En realidad sería un referéndum república-monarquía, más que unas simples elecciones “normales”, tanto las municipales como las legislativas o constituyentes. El 21 de marzo se restablecían las garantías constitucionales por un decreto firmado por Alfonso XIII.
Las candidaturas estaban servidas. Volvían los partidos del turno y sus políticos ya viejos y desbordados por una nueva generación de derechistas jóvenes (falangismo joseantoniano). Eran los representantes de esa oligarquía caciquil que impedía el paso a una clase emergente, a esa pequeña burguesía y a esas clases medias urbanas que anhelaban su papel en la vida política desde el siglo XIX.
Los republicanos estaban unidos desde la firma del Pacto de San Sebastián en agosto de 1930. El PSOE se unió al pacto que se comprometía a un régimen democrático republicano sin concesiones ya a Alfonso XIII. Eran los representantes naturales de esa nueva clase surgida desde los años de la Gran Guerra y sus intelectuales de la Generación de 1914, aquellos jóvenes nacidos en los años 80 del siglo XIX, que vieron en la Europa moderna su ejemplo a seguir y que ahora estaban en la plenitud de su vida.
Por su parte, el dinámico republicanismo catalán lo formaban Acció Catalana Republicana, escisión de la Lliga, formada por Nicolau d´Olwer o Ramón de Abadal, y el Estat Catalá, de Maciá. Lluís Companys lidera la naciente Esquerra Republicana de Catalunya.
Entre ambos quedaba una tendencia centrista: Centro Constitucional. Estaba formado por la burguesía catalana de derechas, es decir, la Lliga Regionalista de Catalunya del oportuno Francesc Cambó, y los centristas de Gabriel Maura. Sin embargo, su hora ha pasado ya. Cataluña ya está escarmentada del entreguismo de su alta burguesía a la más reaccionaria oligarquía española.
El domingo 12 de abril se dieron las votaciones. En la campaña apenas se esperaba nada nuevo, se creía que serían unas elecciones más, falseadas, aunque no tanto. Ni los republicanos esperaron un triunfo tan rotundo en las ciudades. Los monárquicos no sospechaban que estarían pronto en la incómoda oposición y con su rey exiliado para siempre en vida. Muchos notables no fueron a votar y se fueron a disfrutar del día primaveral y radiante que se presentaba. En el campo, los caciques tenían su máquina preparada y más fuerte que nunca, pues las dos candidaturas estaban aliadas: ya no era cuestión de liberales o conservadores, sino de monarquía o república. Romanones o La Cierva tenían sus feudos rurales respectivos de Guadalajara y Murcia segurísimos.
Sin incidentes de destacar transcurrió la jornada electoral. Muy madrugadores fueron Alcalá Zamora o el doctor Marañón. Franco votó en Zaragoza, de cuya Academia Militar era el director. A las cuatro de la tarde cierran los colegios electorales. ¿Quiénes habían votado? O, mejor dicho, ¿quiénes no podían hacerlo? Quedaban excluidos del sufragio “universal” los menores de 25 años, por lo que no podían votar los estudiantes universitarios, proclives al republicanismo. Tampoco podían votar las mujeres de cualquier clase o condición. Si estamos en un país protoindustrial, es decir, de pirámide joven, con muchos menores de 25, se comprenderá que los votantes son relativamente escasos si los comparamos con la actualidad.
Al caer la noche dominical llegaban los primeros datos. El resultado, desde el principio era desalentador para la monarquía en las grandes ciudades. Es fácil imaginar el estado anímico del rey en aquellas horas. Siguiendo un buen libro: El Rey perjuro, de Rafael Borràs Bertriu, Barcelona, 1997, pude comprender aquél día y sus episodios. A las dos almorzó en Palacio. Le llama Aznar y le recomienda no salir en sus típicas juergas y líos sexuales por Madrid. Ante ello se va a pasear a El Pardo.
Hacia las 5 de la tarde, un obeso y pletórico Pedro Rico, republicano de izquierdas, llega a la Plaza de Toros sabiendo que ha triunfado como primer alcalde republicano de la capital. Romanones llega a Gobernación, en la Puerta del Sol, viendo desde su auto los primeros grupos de curiosos en la plaza.
Al caer la tarde regresa el rey del paseo y se entera de los primeros resultados adversos en Madrid. Hasta en distritos como Palacio o Buenavista, tradicionalmente de derechas, residencia de las élites, el voto republicano ha sido aplastante. Fácil de imaginar su debacle en Inclusa u Hospital. La participación en Madrid fue del 80%. Lo mismo ocurrió en el resto de España. Murcia y Guadalajara eran ya republicanas al fallar la máquina caciquil. En Salamanca, Unamuno es concejal y eufórico asiste a la Casa del Pueblo charra. En Pamplona las candidaturas republicanas barren a los nacionalistas y carlistas.
A las nueve y media es la cena en Palacio en medio de un gran pesimismo. Esa noche los cafés de la capital son un hervidero, especialmente los típicos de la Puerta del Sol o de la calle de Alcalá: Colonial, Levante, Correos, Negresco, o La Granja del Henar. A las cinco de la madrugada abandonan la casa del Pueblo Largo Caballero y Fernando de los Ríos eufóricos, aunque no esperaban un cambio hasta el otoño, con las Cortes Constituyentes formadas.
A las dos se acostaba el rey lamentando a su odontólogo lo mal previsores que han sido “sus” políticos ante el resultado. Era la primera vez que el régimen perdía las elecciones desde el golpe de Sagunto en 1874. Era normal que Alfonso XIII echase la culpa al almirante Aznar. En palabras de Borràs en su mencionado libro: “Han bastado unas simples elecciones limpias, las primeras en medio siglo, para que todo el tinglado de la Restauración montado mano a mano entre Cánovas y Sagasta se vaya al garete. (…) el cómputo global de los votos emitidos, en efecto, es favorable a las candidaturas monárquicas frente a las de la Conjunción republicano-socialista, si bien estas últimas triunfan en Madrid y en todas las capitales de provincia de manera aplastante casi sin excepción”.
El lunes 13 de abril, en la calle del Príncipe de Vergara, en la casa de Miguel Maura, el Comité Revolucionario piensa que el rey sacará el Ejército a la calle. Todos hablan de que la República llegaría en otoño. En Zaragoza, el ayudante de Franco, su primo Salgado-Araujo “Pacón”, se entera en la Hoja del Lunes de la victoria republicana, aunque cree que en las elecciones de junio las aguas volverían a su cauce. La vida en Madrid y en resto de España es tranquila por completo, según informan respectivamente el Director general de Seguridad, el general Mola y el Director de la Guardia Civil, el general Sanjurjo. Incluso en el salón Japonés de Palacio el rey toma su aperitivo normal. Se da su típico garbeo de sobremesa por los jardines de la Casa de Campo. En el lago del jardín, un personaje incógnito le da el mensaje del Comité Revolucionario y le dice que la Guardia Civil de Sanjurjo se ha puesto al servicio del Comité. A las cinco es el Consejo de Ministros en la sede Castellana. Aznar dimitió.
Amanece el martes 14 de abril. A las seis de la mañana, en la Casa del Pueblo de Eibar se ha proclamado la II República. Los concejales electos se trasladan al Ayuntamiento y hacen lo propio e izan la bandera tricolor. La multitud ha cortado la comunicación telefónica con San Sebastián de los veinte agentes de la Guardia Civil del pueblo.
En Madrid, por la mañana no se logra disolver pacíficamente a los grupos cada vez mayores de la Puerta del Sol. La Guardia Civil se niega a cargar. El Comité se da cuenta de que las cosas se han precipitado. Esa mañana, el rey sabe que su destino está sellado y convoca a Romanones y a García Prieto en Palacio para escuchar la renuncia real. No obstante, Romanones acude a la casa del doctor Marañón, donde se reúne con Alcalá Zamora. En conde propuso esperar a saber los resultados de los pueblos, pero don Niceto se niega en rotundo. Al volver a Palacio, el rey le enseña el documento de su renuncia. Don Álvaro le dice que los republicanos le exigen salir esa tarde.
Hacia las siete, al tiempo que el Comité Republicano con Miguel Maura a la cabeza decide salir hacia la DGS de la Puerta del Sol y tomar el poder, por el Campo del Moro un coche escoltado sale a toda velocidad con rumbo a Cartagena. La reina saldría el día después en coche a Galapagar, donde tomaría el tren de Irún para evitar incidentes en la Estación del Príncipe Pío.
Dos caras diferentes: un grupo se abre paso entre la multitud que invade, desde Cibeles, la Puerta del Sol; un automóvil sale por la puerta trasera de Palacio. De otras partes de España llegan noticias de muchedumbres en capitales de provincia, en especial de Barcelona, donde se ha proclamado la República catalana por Macià y Companys.
Proclamación de la II República en la
Puerta del Sol de Madrid el 14 de abril de 1931.
¿POR QUÉ CAYÓ ALFONSO XIII?
Leyendo bien el documento de renuncia, se concluye que esperaba un regreso. Hasta el último momento tuvo en la mente resistir violentamente su trono, hasta que Sanjurjo le retiró el apoyo de la Guardia Civil. Berenguer ordenó no disparar contra manifestantes a las capitanías militares de toda España. Cuando se dio cuenta de esto hubo de desistir. Además, el recuerdo del destino del zar le pesó en el ánimo: Madrid no estaba cerca de la frontera para huir rápido. En el caso de haber resistido, con una ciudad hostil y con mártires por hipotéticas cargas policiales, y con sólo los resultados de la España rural favorable por el caciquismo y sin garantías de autenticidad, ¿qué podía esperar de los resultados de junio? Hubiesen sido una derrota aún mayor.
El viaje nocturno fue humillante al pasar por los sucesivos pueblos, incluso en el Real Sitio de Aranjuez, icono monárquico. Al llegar a Cartagena preguntó si había habido declaración del estado de guerra.
Tenía 45 años, despreciado por su país, un matrimonio roto y varios hijos tarados por la enfermedad. Su vida posterior en el exilio fue de alineamiento con la derecha desestabilizadora y nada liberal-parlamentaria. En el momento del golpe militar del 18 de julio de 1936 se decantó por los rebeldes claramente, en vez de mediar por una solución negociada del conflicto. En el mayor abandono familiar, enfermo irreversible, en el exilio romano, en el régimen de su admirado Mussolini, abdicaba en su hijo Juan, único sano de hemofilia. En enero de 1941 fallecía. Sus restos serían sepultados en Roma hasta su traslado definitivo al Panteón Real de San Lorenzo de El Escorial en 1980, cuarenta y nueve años después de su salida de España.
RESUMEN ELECTORAL POSTERIOR
Tras el 14 de abril surgía una II República de trayectoria muy difícil por el antagonismo de ambas partes. Las diferentes elecciones no llevaron a la democracia plena. Resumamos aquí los diferentes procesos.
Junio de 1931. Elecciones a Cortes Constituyentes
El resultado favorable de las candidaturas republicanas fue más aplastante aún que en abril. Se celebraron con la legalidad de la monarquía: no votaron las mujeres aún. Las nuevas Cortes redactarían la primera Constitución auténticamente democrática de España (la primera fue en 1869, pero no era plena, pues el sufragio universal era solo masculino). Nacía el llamado Bienio Reformista.
Otoño de 1933
Son las primeras elecciones realmente democráticas de la historia de España. Las mujeres ya sí pudieron votar. El resultado fue de triunfo de los partidos de derecha de dudoso republicanismo, sobre todo del plasmado en la Constitución de 1931. La anterior coalición republicano-socialista pasa a la oposición. España hablaba por primera vez y se decantaba por la derecha, tras los fracasos de los reformistas. Era el llamado Bienio Negro por los republicanos.
Mujeres votando por primera vez en 1933.
Febrero de 1936
Son las llamadas elecciones del Frente Popular, en las que ganó esa coalición anterior de republicanos y socialistas, reforzados por los comunistas ante el auge del fascismo en Europa y en España ante la agudización de la crisis económica mundial iniciada en 1929.
EL LARGO Y TRÁGICO PARÉNTESIS: LA GUERRA CIVIL Y LA CRUEL DICTADURA DEL GENERAL FRANCO
Entre febrero de 1936 y junio de 1977 España no sabe lo que son elecciones generales democráticas. Cuarenta y un años y cuatro meses de paréntesis. De largo desprecio hacia la política y cultura liberales. El general aborrecía cualquier palabra relacionada con la democracia: libertad (individual, religiosa, de expresión, de asociación…), partidos políticos, sufragio universal o censitario, derechos humanos, socialismo, república, etc, etc.
Hasta 1969 es un régimen personal sin más. En julio de ese año decide que el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón, el hijo del príncipe Juan, aquél en el que había abdicado su padre Alfonso XIII. La decisión gustó poco. Los demócratas de la oposición, exiliada o clandestina, eran republicanos en su mayoría, herederos de los derrotados en 1936-1939. Pocos daban algo por esa monarquía antiliberal y surgida de la legalidad franquista. Ni don Juan de Borbón la aceptaba.
POR FIN LA DEMOCRACIA TRIUNFÓ…
Y CON ELLA, LAS ELECCIONES LIMPIAS
La Transición
Adolfo Suárez decide la democratización plena de España, la última dictadura de Europa Occidental, una dictadura que ya no interesaba a los norteamericanos y que ya no era una barrera anticomunista como en tiempos de la guerra fría. En 1976 fue despedido el último presidente de gobierno franquista: Carlos Arias Navarro, el llamado “carnicero de Málaga”, por su represión en aquella ciudad en tiempos de su cargo de gobernador civil en la guerra. En el otoño del 76 se inició el proceso de restaurar las libertades básicas y la legalización de todos los partidos políticos, incluido el PCE, de Santiago Carrillo, hecho sucedido en la Semana Santa de 1977, ya muy cercanas las elecciones a Cortes Constituyentes. España sí estaba preparada en ese año. Los abuelos de aquellos españoles de hace casi 35 años sabían lo que era no negociar e imponer por las malas un régimen revanchista. Era el consenso. En aquellas elecciones, los jóvenes no pudieron votar, pues la mayoría de edad no era de 18, sino de 25 años.
Adolfo Suárez.
Elecciones del 15 de junio de 1977
Se llegaba a un bipartidismo típico de la Europa de entonces. Un centro (UCD) ganaba esas elecciones. En realidad era la derecha moderna, pues su nombre fue para evitar extremos que a los nuevos españoles, nacidos en la dictadura, sonaba a tragedias pasadas. El PSOE, en proceso de giro a la socialdemocracia y de abandono del marxismo, entraba en la homologación a los partidos similares de Europa. El PCE quedaba condenado a no ser la alternativa, como se esperaba en un país mediterráneo. En Italia, Grecia y Portugal sus comunistas eran fuertes. Ese gobierno moderado y que pactó el consenso que buscaba superar la guerra y la trágica historia anterior, redactó la primera Constitución democrática de este país con un rey de la dinastía de Borbón. España sería, por fin, una democracia duradera y estable, a pesar de las dificultades de entonces, que no eran pocas.
Elecciones de abril 1979
Ratificación de UCD en el poder, pero sin mayoría absoluta. Entró, por primera vez y última, la extrema derecha nostálgica del franquismo en el Congreso, con la presencia de Blas Piñar, el líder del partido Fuerza Nueva.
La crispación naciente y la agudización de la crisis energética y de la doble ofensiva terrorista de ETA y GRAPO hicieron propicia la nostalgia del viejo golpismo aquél funesto día del “23-F” de 1981. Todo ello llevó a convocar elecciones anticipadas, con el centro hundido y la derecha de Alianza Popular de Fraga su fagocitadota.
Elecciones de octubre de 1982
Supusieron el triunfo arrollador del PSOE. Era la llegada de la izquierda al poder desde el Frente Popular: habían pasado 46 años y 8 meses desde entonces. El camino de la transición a la democracia había concluido. La izquierda haría las últimas reformas hacia la democracia y gestionaría la entrada en la OTAN y en la CE (Comunidad Europea de entonces, hoy UE).
En esa legislatura la nueva sociedad española entraba en otra época histórica, enterraba definitivamente el franquismo y los nuevos problemas llegaban.
Felipe González
Elecciones de junio de 1986, noviembre de 1989 y junio de 1993
Fueron las elecciones que, con las de 1982, 89 y 93, conformaron los casi trece y largos años de “felipismo”. Una duración anómala. En una democracia normal, suelen ser dos legislaturas de cuatro años el ciclo político normal. El recuerdo del franquismo y su asociación a Fraga y la recién refundada AP en el nuevo PP, hizo que durase tanto el ciclo socialista, a pesar de los escándalos y “pelotazos”, tan distantes moralmente no ya del socialismo, sino de la más moderada socialdemocracia.
Elecciones de marzo de 1996 y de marzo de 2000
Fueron la transición a los nuevos retos del siglo XXI. El flamante PP de Aznar, el sucesor de Fraga, pilotaría ese cambio entre 1996 y 2004. El auge de la actividad económica de la construcción y de la burbuja inmobiliaria consiguiente, dieron una prosperidad engañosa. La apertura de España al exterior y su problemática internacional trajeron el atentado del 11-M y, con él, la caída del “aznarismo”.
Elecciones de marzo de 2004 y marzo de 2008
Es el periodo del “zapaterismo” y del nuevo PSOE sin Felipe González, pero con su sombra en persona de Rubalcaba. Una profundísima crisis económica y social de extremada gravedad mundial ha acabado con este ciclo socialista.
José Luis Rodriguez Zapatero
Elecciones del 20 de noviembre de 2011
La nueva llegada del PP por mayoría absoluta como en 2000. El gran problema que surge ahora: la representatividad del sistema electoral. ¿Cómo es posible que CiU tenga casi la mitad de votos que IU y esta última formación tenga la mitad de diputados? Hoy empieza la sociedad está empezando a cansarse del actual bipartidismo, que empieza, a su vez, a parecerse a aquél de Sagasta y Cánovas.
Mariano Rajoy
Como dije al inicio de esta serie: doscientos años de cultura liberal en España desde sus primeros brotes en 1812 y tan jóvenes son los verdaderos tallos de la planta: desde 1977. Paradojas de este país de inventos muy precoces, pero de muy tardío disfrute de los mismos.