En esta entrada examino una novela histórica -La vuelta al mundo en la Numancia- escrita por alguien contemporáneo a la guerra, aunque compuesta y publicada muchos años después de los sucesos: 1906, cuarenta años después, cuando, posiblemente ya estaba olvidada en la mentalidad colectiva de los españoles, si es que llegó a estar presente de manera efectiva. La literatura es una fuente muy importante en el hacer del historiador, es una aproximación a la mentalidad de algunos personajes de la época a analizar. La edición que uso es la de Carlos García Barrón, de la editorial Castalia. La introducción es excelente.
Los Episodios Nacionales de Galdós.
El gran escritor canario (Las Palmas de Gran Canaria, 1843 / 1920, Madrid), al tiempo que publicaba sus grandes novelas (Gloria, Miau, Fortunata y Jacinta, Misericordia, etc) noveló muy acertadamente (Episodios Nacionales) el turbulento siglo XIX entre la batalla naval de Trafalgar (1805) y el gobierno de Cánovas (1880). Resumió su ingente obra en cinco series, subdivididas a su vez cada una en diez novelas o "episodios", salvo la quinta, que quedó inconclusa con solo seis títulos, y que tratan respectivamente de: (1ª serie) la Guerra de la Independencia; (2ª serie) el reinado de Fernando VII; (3ª serie) la época de las Regencias; (4ª serie) el reinado efectivo de Isabel II; y (5ª serie) el Sexenio Democrático y la Restauración alfonsina. La vuelta al mundo en la Numancia se inserta en la cuarta serie.
Don Benito Pérez Galdós fue uno de los grandes novelistas de la España del último cuarto del siglo XIX español, junto a Leopoldo Alas "Clarín" o Emilia Pardo Bazán. Su ideario político siempre fue progresista y fue evolucionando al republicanismo. En su obra última también evoluciona al experimentalismo poco a poco. Es un buen testimonio para narrar esta guerra.
La vuelta al mundo en la Numancia
Se escribió en el invierno de 1906. En esos años las relaciones con América ya eran normales, incluso se estaba ya olvidando la guerra de Cuba contra los Estados Unidos, y miles y miles de españoles emigraban a esas, ya casi primer centenarias, repúblicas. Galdós, gran viajero, contaba con sesenta y tres años en ese 1906. Ya era casi un anciano y estaba delicado de salud, por lo que no podía ya viajar al Nuevo Mundo. Sin embargo, como en todas sus obras, se documentó de forma notable. Ni más ni menos que se basó en las cartas que le envió el gran escritor criollo y limeño Ricardo Palma, el autor de las célebres Tradiciones peruanas, tras un viaje que realizó a España en 1892.
García Barrón cree que también consultó tres obras más: La perla de Lima, 1869, del español Fernando Fulgosio, y el libro del peruano Manuel Fuentes: Lima: Apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres, 1867. También se basó en los detallados testimonios de los protagonistas españoles: Historia de la guerra del Pacífico, 1882, del teniente de navío Pedro Novo y Colson; Impresiones del viaje de circunnavegación en la fragata Numancia, del capitán de fragata Eduardo Iriondo.
En otra entrada haremos el resúmen detallado de la novela, una especie de guía para alguien que decida leerla o, al menos, tener una idea amplia de la misma.
Edición de la editorial Castalia en su colección Clásicos Castalia,
con el excelente prólogo de Carlos García Barrón.
La fragata Numancia
Es la gran protagonista de la novela. Era el buque insignia de aquella Armada española, una Armada aceptable en aquellos años, aunque muy por detrás de las de Gran Bretaña y Francia, o la de USA. Fue encargada a una empresa francesa, la cual la construyó en los astilleros de Tolón entre 1862 y 1863. Se botó el 19 de noviembre de ese año, aunque hasta finales de 1864 no se acabó definitivamente. Era una nave blindada, bien artillada, y de gran tonelaje. En la guerra su tripulación ascendía a los 590 marineros, al mando del capitán de navío Casto Méndez Núñez. En diciembre de 1864 llegaba a Cartagena y seguí a Cádiz. De la ciudad andaluza zarpó el 4 de febrero de 1865 para unirse a la flota del Pacífico.
La fragata Numancia.
Tuvo el honor de ser la primera fragata blindada en dar la vuelta al Mundo en dos años, siete meses y dos días, casi trescientos cincuenta años después de la gesta de Elcano. Tras los combates del Pacífico (1866) y su circunnvegación, su vida fue agitada.
En diciembre de 1870 trasladó al nuevo rey de España, Amadeo I de Saboya, a Cartagena, para iniciar su reinado en el país que lo había elegido. En esa misma época del Sexenio Democrático de España, participó en los sucesos del Cantón de Cartagena (1873). Huyó en manos de los acantonados a Orán. Se rindieron y el buque volvió a territorio español.
En 1896 hubo de ser reformado y modernizado en Tolón por su empresa constructora. Gracias a esa circunstancia se salvó de ser enviada a Cuba o a Filipinas a la lucha desigual contra los mismísimos Estados Unidos y yacer hoy en el fondo del océano, hundida por los torpedos de la flota del Tío Sam. El almirante Cervera no era Méndez Núñez, ni la flota yankee era la peruana o chilena de treinta años atrás.
En la primera década del siglo XX hizo su misión de ser el buque-escuela de la Armada hasta que, en 1912, fue dada de baja. En 1916, medio siglo después de su nacimiento y de la lucha en El Callao, era remolcada hacia Bilbao para su desguace cuando, en la costa portuguesa, entre Lisboa y Oporto, en Sesimbal, se quedó medio hundida, a la vista de los lugareños lusos. Era como una negativa a su vulgar destino tras su vida de aventuras del siglo XIX.
El viaje de la Numancia
El 4 de febrero de 1864 se inicia el viaje de nuestra blindada. El 13 de febrero llegaba a San Vicente, en las islas portuguesas de Cabo Verde. Un mes después (13-m), llegaba a Montevideo. Tras la accidentada y peligrosa travesía por el estrecho de Magallanes, llega al Pacífico y se sitúa frente a Valparaíso el 28 de abril. El 5 de mayo llegaba a El Callao. Ese año se desarrollaron los sucesos que llevaron a la guerra.
En mayo de 1866, acabado el bombardeo y hechas las reparaciones en la isla de San Lorenzo, Méndez Núñez volvería a España por el Atlántico pero, la Numancia y la Berenguela, volverían por el Pacífico.
Las provisiones y aguadas eran muy escasas y el escorbuto hizo su presencia, por lo que las condiciones debieron de ser muy similares a las de los españoles de tiempos de Elcano en el siglo XVI. En las francesas islas de Reunión se dió la primera escala. De ahí a Manila, en las entonces españolas Filipinas. La travesía llegaba al cabo de Buena Esperanza y el paso al Atlántico.
Sin embargo la ruta no fue por la costa africana sino que viró hacia Brasil. De allá a Cádiz de nuevo, en cuyo puerto recalan el día 20 de septiembre de 1867, después de dos años, siete meses y dos días desde que zaparon del mismo muelle. En la siguiente entrada estudiaré el relato novelístico.