Al igual que en la entrada del virrey del Perú, el conde de Superunda, traemos hoy a este blog la figura de otro virrey notable, esta vez de Nueva España (México). Nuestro personaje será Juan Manuel de Güemes Pacheco Padilla (1740-1799), segundo conde de Revillagigedo, el cual es muy bien considerado por la historiografía mexicana contemporánea, reconociéndole su labor notable en el virreinato. Sin embargo, al igual que el anterior, acabó sus días amargado tras ser depuesto y juzgado por una conspiración contra él por sectores inmovilistas locales de México, aunque fue absuelto por la justicia peninsular. Un víctima del lamentable reinado de Carlos IV.
Hijo del también virrey de Nueva España, el cántabro Juan Manuel de Güemes y Horcasitas, nació en La Habana en 1740. Un virrey criollo por tanto. Nombrado Caballero de la Orden de Carlos III, se dedicó a la carrera militar, destacando su acción en el asedio a Gibraltar. Heredó de su padre el título del condado de Revillagigedo, siendo su segundo titular.
Juan Vicente Güemes, segundo conde de Revillagigedo
y virrey de Nueva España entre 1789 y 1794.
En su primera madurez (cuarenta y nueve años) llegó a la ciudad de México coincidiendo con la Revolución Francesa, la cual marcó su mandato, pues coincidió con sus etapas de máxima radicalización. Nada más llegar tuvo que resolver un crimen que conmocionó a la ciudad. Descubrió a los homicidas, unos españoles, a los que ejecutó sin miramientos. No era ningún corrupto y, si vemos la duración de su breve mandato, tan solo cinco años (1789-1794), comprendemos su ingente actividad reformadora.
Firma oficial que debió estampar muchas veces
para ordenar sus muchas reformas.
Sus principales reformas en la capital virreinal fueron:
* Pavimentación y alcantarillado urbanos.
* Embellecimiento de paseos y calles.
* Reordenación del tráfico ya denso.
* Desplazamiento de los cementerios al exterior de la ciudad por higiene.
* Lucha sin tregua contra la delincuencia para atajar la inseguridad de las calles con el establecimiento de patrullas urbanas y amejoramiento del alumbrado público en las principales vías.
* Imposición de medidas disciplinarias en el funcionariado para evitar la corrupción política.
Plano del México virreinal en el siglo XVIII.
Es típico de las ciudades hispanoamericanas
con su plano en damero y la Plaza de Armas en el centro.
catedral, ayuntamiento y palacio virreinal.
2. Cabildo.
3. Palacio virreinal.
4. Palacio arzobispal.
5. Catedral.
6. Seminario.
7. Alcaicería.
8. Mercado.
9. Plaza del Volador.
Plano tomado del Instituto Geográfico Nacional de España, el cual tiene accesibles varios planos de las principales ciudades hispanoamericanas.
Como hombre del siglo de la Ilustración, la cultura también estuvo dentro de su amplia acción política.
* Recibió a los miembros de la expedición botánica del naturalista Linneo.
* En 1790 ordenó excavar la Plaza de Armas (hoy Zócalo), descubriendo el calendario azteca.
* En 1793 creó el Museo de Historia Natural.
* En la Academia de San Carlos creó una cátedra de matemáticas aplicadas a la arquitectura.
* Estableció un Archivo General.
* Sin embargo decretó la prohibición de importar libros procedentes de Francia, verdadero germen revolucionario y en guerra contra la metrópoli los cinco años de su gestión.
Sus reformas no se limitaron solo al ámbito capitalino. Las extendió también al resto del territorio virreinal:
* Una amplia red de carretaras pavimentadas, en especial la que comunicaba la capital con Veracruz o la que lo hacía con Acapulco.
* Elaboración de un censo con alto grado de precisión, arrojando la cifra de 4.500.000 habitantes para el total del virreinato.
* Levanmiento de planos urbanos para las principales ciudades mexicanas.
* Se desarrollaron los cultivos de algodón, caña y lino.
* Creó una amplia red de escuelas para niños indígenas.
* El archipiélago cercano a la costa del Pacifico tomó su nombre: íslas de Revillagigedo.
En 1794, al final de su mandato había cosechado solo un fracaso: no pudo erradicar las malas costumbres locales como la deficiente higiene. Es más, empezaba su calvario personal como "premio" a su labor. Las envidias contra su persona y su hostilidad contra los sectores reaccionarios de la Ciudad de México provocaron que su Ayuntamiento le denunciase, provocando su destitución desde la península y su llamada a Madrid para su enjuiciamiento. Tenía cincuenta y cuatro años. Se le declaró inocente, pero el mal contra su persona estaba hecho. Es de imaginar su frustración y amargura al ver la decadencia de la Corte de Carlos IV y del país.
Cinco años después, en 1799, fallecía en Madrid uno de esos personajes, de gran valía política y humana, de los que hubiese sido necesaria su acción para reconducir y negociar por buenas vías el imparable proceso emancipador ya en ciernes en esos años postreros del siglo XVIII.
Pasa por la historiografía mexicana actual como el mejor y ejemplar virrey de la historia novohispana. Como contraposición, y como casi todos los virreyes de América, pasó desapercibido por la historiografía española.
7 comentarios:
Cayetano dijo...
Perdón. He vuelto a rehacer el comentario.
Muy buena entrada, amigo Juan. Ya veo que te estás especializando en la historia común de España y América.
El virrey Juan Vicente Güemes -¿No será pariente de aquél del PP?-.
No me resisto a hacer un paralelismo con Pablo de Olavide: dos políticos reformistas ilustrados que trabajan para los Borbones, realizan un sinfín de mejoras para adecentar sus ciudades,fomentan la cultura y chocan con los inmovilistas y reaccionarios locales de Sevilla y México. Una diferencia que observo es que Olavide sí trajo libros de la Francia revolucionaria y el virrey no. Por lo demás, dos víctimas de su tiempo y de la envidia local.
Un saludo.
Pues sí, la verdad es que estoy descubriendo América, cual Colón del siglo XXI, desde mi casa, con mis mapas, y estoy alucinando en colores cual don Quijote leyendo esas historias, por las maravillas que desconocía (y que desconocemos muchos españoles). Volveré pronto a cruzar el charco, posiblemente en Navidades.
Desde luego que se puede trazar un paralelismo. De todas fromas te diré que Olavide, muy mitificado por la historiografía española, tuvo el mismo pánico que tuvo Floridablanca ante la revolución. El mérito estaba en ser liberal con Carlos IV, con la revolución al lado de los Pirineos, no con Carlos III, viendo la revolución muy lejana o utópica.
Desconozco el parentesco con el concejal Pepero.
Muchas gracias por tu buen comentario amigo Cayetano. Ah!... y te recomiendo que en cuanto puedas, dés el salto del Atlántico si no lo has hecho aún. Merece la pena.
Cordiales saludos.
Aquí en Perú, entre 1890 y 1896, gobernó el virrey Francisco Gil de Taboada, a quien recordamos por alentar las investigaciones de los criollos ilustrados. En su periodo se publicó la celebrada revista "Mercurio Peruano".
¡Saludos!
Perdón, quise decir: "entre 1790 y 1796" ;)
Estaba claro que el que sobresalía de la maceta era podado sin misericordia, conclusión gobiernos de mediocres uno tras otro.
Pues sí José Luís, el país de los cainitas.
Arturo: debe ser interesante la Ilustración dieciochesca en el Perú. Saludos desde Madrid.
Publicar un comentario