martes, 26 de enero de 2010

PASEOS POR EL CENTRO DE LIMA 2: LAS CASONAS


LAS CASONAS DE LIMA Y SU ESQUEMA CONSTRUCTIVO
Dedicamos este segundo paseo limeño a las casonas que tanto abundan y le dan la personalidad a este damero cuadriculado del centro de la capital peruana. Espliquemos algo de estos edificios tan caracteristicos, tanto coloniales como republicanos. Las diferencias (no llego aún a ser especialista) creo que se deben a la decoración: dieciochescos y barrocos los españoles, más aburguesados y menos decorados los republicanos, ya del siglo XIX.
Contaban con dos pisos generalmente, con un zaguán y uno o dos patios, seguiendo la distribución de la casa andaluza y española. Al primer patio, en el segundo piso, daban las habitaciones de los señores, la capilla y el comedor, además de un salón de té, de influencia británica, y/o un salón de espejos, de influencia francesa. En el segundo patio se alojaban los criados, y se ubicaban los establos, los almacenes y los garajes de las calesas o carruajes.
Las fachadas tienen unas ventanas enrejadas en el piso bajo, y con balconadas de madera en los pisos superiores. Son una verdadera filigrana esas balconadas, muy decoradas: recordemos el "horror vacui" de los decoradores latinoamericanos en el arte sacro y que se repite en el civil.
En el interior la decoración va evolucionando: mudéjar en los primeros tiempos de la conquista y fundación. Más adelante el barroco se impone y ya, en la independencia, el neoclásico, más geométrico y austero.
Existen muchas de estas casonas limeñas por antonomasia. Aquí solo he podido ver las que más me han llamado la atención y que pude fotografiar. Son tantas, y tan interesantes, que hay que ser residente en Lima para poder conocerlas todas. Eso sin contar las de los barrios fuera del damero. Casa del Oidor, Aspillaga, Pilatos, Aliaga (sobre una huaca o santuario indio, la más antigua de la ciudad, perteneciente aún a los descendientes del segoviano Jerónimo de Aliaga, uno de los trece soldados de Pizarro en la isla del Gallo), casa de La Riva-Agüero, y un largo etcétera que salpican el callejero de la urbe. No es posible fotografiar y estudiar todas para un turista extranjero con el tiempo al cuello.

EL PASEO
Se inicia en la Plaza de Armas, como en el anterior recorrido. Tomamos la calle del Conde de Superunda, dejando el Palacio Presidencial a nuestra derecha. Tras pasar el convento de Santo Domingo, llegamos a la Casa de Osambela u Oquendo (1). Es una genialidad de construcción. Llama la atención su color azul añil, la torreta-observatorio, su portal y, sobre todo, las balconadas de madera. Su fachada es perceptible desde la calle de Cailloma.

Fachada de la Casa de Osambela desde la calle de Cailloma.
Otra toma.
Detalles de una balconada.

Patio interior principal.


Torreta-observatorio para divisar el puerto de El Callao.


Martín de Osambela (Valle de Larraún-Navarra, 1754 / Real Felipe de El Callao, 1825). Era un rico comerciante, banquero y empresario español, propietario de una compañía naviera. Sus barcos los vigilaba esde la torreta visible desde la calle. A pesar de abrazar la causa independentista y alojar en su mansión al genral San Matín, el ministro tucumano Monteagudo, inició una persecución de los españoles de la ciudad, por lo que se vio obligado a refugirse en el fuerte del Real Felipe, defendido por el general español Rodil. Allí falleció en 1825 por las duras condiciones del asedio, inclusive aún después de la derrota española de Ayacucho en 1824. A fines del siglo XIX la casoa pasó a manos de la familia Oquendo, nombre también con le denominan algunas guías turnísticas.
Tras seguir por Cailloma, llegamos al Jirón (calle) Ica, que nos lleva al peatonal Jirón de la Unión. El número 2 del plano queda suprimido por un error del que me avisó un blogger limeño amigo. Torcemos-volteamos a la derecha y tomamos Huancavelica, para ver la Casa-Museo de Grau (3), héroe marino en la guerra del Salitre contra Chile a inicios de los años 80 del siglo XIX, y que tan cruel fue contra el pueblo peruano.
Casa Grau.

LA GRAN CASONA
La prolongación de Huancavelica, tras cruzar Jirón de la Unón y admirar la citada iglesia de la Merced, se llama Miró Quesada (nombre de un gran escrito y periodista de inicios del siglo XX). Cruzamos Carabaya y Lampa, para voltear / girar a la izquierda y tomar Azángaro y llegar al cruce con la calle de Ucayali, donde admiramos dos bellísimas y grandes casonas, una enfrente de la otra. Iniciamos la vista de la Casa Goyeneche (4), que fuese en su tiempo de la acaudalada y empresarial navarra del fines del XVII, en su rama peruana, antes y tras ("luego de", al decir de los peruanos) la independencia. Se construyó en 1770. Tiene una bella portada blanquecina flanqueada por dos grandes blaconadas alargadas que resaltan la casona, hoy sede de un banco. Es de gran calidad, aunque qeda empequeñecida por tener enfrente a la mejor casona de Lima a mi gusto, como la de Osambela: la Casa de Torre Tagle (5).

Casa de Torre Tagle.

Detalle de la balconada de Torre Tagle.

Esta casona es hoy sede del Ministerio de Asuntos Exteriores y difícil de ver por dentro, pues tiene un horario muy especial y restringido. Fue erigida en 1755 como palacio del tesorero de la flota del Pacífico. Este personaje del patriciado limeño y criollo, era de origen cántabro y fiel a la corona española en las guerras de emancipación aunque, según las coyunturas, se pasaba o no al bando libertador. Todo un personaje "veleta" que gira según los vientos. Sin embargo le llegó su caída y, tras llegar a ser presidente del Perú, acabó huyendo de Bolívar y se refugió en el Real Felipe de Rodil con su familia. Murió de escorbuto como tantos de los allí asediados.

Casa Goyeneche.

FINALIZANDO EL PASEO
Volviendo a la calle de Azángaro desde Ucayali, cruzamos Huallaga y Junín, para girar/voltear a la izquierda por el pintoresco Jirón de Áncash, frente a San Francisco. Encontramos el Tribunal Constitucional (6), bien custodiado por policías. Es ya un edificio barroco más austero en decoración, algo anómalo en la arquitectura limeña y latinoamericana en general. Su portada y el color de su fachada recuerda a edificios madrileños del arquitecto Pedro de Ribera.

Tribunal Constitucional.

Más adelante, siguiendo el Jirón/Calle de Áncash, llegamos a la esquina con Carabaya, antigua calle de Pescaderías, de la época virreinal, por la que dejamos a un lado Desamparados y el Palacio Presidencial y llegar de nuevo a la Plaza de Armas, principio y final de nuestro paseo. Antes podemos visitar y reponer fuerzas en el Café de Cordano (7), auténtico establecimiento tradicional limeño, lugar frecuentado por políticos e intelectuales. El primer día que entré me pareció estar en un café típico español del sur peninsular. Un retrato del mítico torero español Manolete vigila las mesas de los clientes. Hasta la mala leche de sus camareros es similar a la de sus colegas hispanos.

Entrada al Café Cordano.

Casa donde se encuentra el Café Cordano.

Pues aún hay muchas más casas y otras edificaciones interesantes que ver en ese pequeño, pero intenso cuadrado de Lima originaria. Casonas que no logro recordar dónde tomé la foto. La memoria falla cuando se recorre una ciudad llena de edificios interesantes. Dejo ahí unas fotos de casonas sin nombre ni ubicación exacta en el callejero. Fotos también bellas. Si algún lector sabe dónde se encuentran que me haga em favor de comunicarlo.

Anónimo y encantador hotelillo en edificio histórico, cerca del Cordano, pero sin saber dónde exactamente ubicarlo.

Casa que me impresionó por su aspecto neo morisco o andalusí, más propio del marroquí Tetuán o Tánger o la española Melilla, que la americana y cristiana Lima. Un edificio la mar de original por la ciudad donde se encuentra.
Casona A.
Casona B.

Balconada de casona, creo enfrente a Santo Domingo, aunque sin recordarlo con exactitud.

sábado, 23 de enero de 2010

PASEOS POR EL CENTRO DE LIMA 1: LOS TEMPLOS

RESEÑA HISTÓRICA
Lima, con sus más de ocho millones de habitantes es la capital del Perú actual republicano y lo fue del viejo virreinato español del mismo nombre desde 1544. Francisco Pizarro la fundó en enero de 1535 con el nombre de Ciudad de los Reyes, con dos semanas de retraso respecto del día 6. Se erigió en el mismo campamento del cacique indio Taulichusco, entre el Pacífico y el cerro de San Cristóbal, a orillas del río Rímac. No pudo Pizarro preveer en ese verano limeño la garúa invernal y su situación en una zona sísmica. En ese mismo siglo XVI fue atacada por Francis Drake y, en el siglo XVII, se rodeó de una muralla, de la que hoy quedan restos en el parque del mismo nombre entre un lateral del convento de San Francisco y el Rímac.
El siglo de las Luces fue vital para el desarrollo de la urbe limeña. El rey Felipe V ordenó construir una gran fortaleza en El Callao, su puerto marítimo: el Real Felipe, para defenderse de los últimos ataques piratas. Tras el terremoto que la asoló en 1746, el gran virrey riojano y español, el conde de Superunda, la reconstruyó y, con su sucesor, el virrey Amat, la ciudad tuvo una intensa vida social que superaba al mismo Madrid de la lejana metrópoli. En realidad, Lima siempre ha sido una ciudad alegre.
Tras la independencia (en 1821 por el general San Martín) la ciudad aún tuvo hechos trágicos como la invasion chilena en 1881 o un nuevo terremoto en 1940. En la segunda mitad del siglo XX la ciudad tuvo una oleada de terrorismo de Sendero Luminoso y una fuerte inseguridad con altas tasas de delincuencia. Desde 1991 entró en la lista de ciudades Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y, desde ese momento la situación empezó a cambiar algo y a recibir gran número de turistas norteamericanos y europeos como paso previo en el camino del Cuzco y Machu Pichu.
LIMA, HOY, A LOS OJOS DE UN ESPAÑOL
En el recientemente acabado año 2009 conocí Lima, allá por Semana Santa, viaje completado en el invierno austral y en la reciente Navidad. En realidad conocí América por primera vez. Era el sueño hecho realidad, mi bautismo en el Nuevo Mundo, continente tan entrañablemente unido a España. Desde entonces confieso que el Perú me ha cautivado. Su capital, muy poco apreciada en general, también tiene su interés. Desde luego no es Roma, ni París, ni New York, ni siquiera Buenos Aires, pero no se le puede negar su encanto, el cual se descubre con varios viajes y con el caminar atento por sus calles y la observación y trato con sus gentes. En estos tres paseos voy a mostrar tres aspectos que destacan en su plano de damero en cuadras, con sus calles paralelas y perpendiculares. Vamos a ver solo una pequeña parte de la megalópolis: el cuadrado formado entre el río Rímac al NE, y las sucesivas avenidas de Tacna (NW), Nicolás de Piérola (SW), y Abancay (SE). Es un pequeño recinto de la Lima colonial que se extendía por el SE o Barrios Altos, hoy Barrio Chino en torno a la calle Capón, al NW de Tacna, en torno al Santuario de Santa Rosa, el SW con el límite de la vieja muralla, y al NE del Rímac, con el barrio de igual nombre, con el cerro de San Cristóbal como vigilante de la ciudad y sus alrededores, con sus buenas panorámicas de los Andes cercanos y el océano Pacífico en su inmensidad azul. Este cuadrado es una joya de arquitectura, dividido en dos por el peatonal y bullicioso Jirón de la Unión. En este recinto convive una colección notable de edificos del barroco, art noveau, edificios modernos, eclécticos, y una innumerable relación de casonas, tanto coloniales como republicanas. Deambular por sus calles puede complicarse algo, pues las guías y mapas ponen el nombre moderno de las calles pero, en las fachadas sobresalen grandes y decorados letreros con su denominación antigua virreinal, siendo los de los nombres modernos muy poco visibles.
Plano de los templos limeños
INICIANDO EL PASEO
Nuestro recorrido se inicia en la Plaza de Armas o Plaza Mayor. El edificio religiosos representativo de este espacio urbano será la CATEDRAL (1). Es un edificio poco interesante y muy retocado por las destrucciones a causa de los sismos que han afectado, y afectarán, a la ciudad. Contiene los restos de Pizarro. Adosada a ella se encuentra la Capilla del Sagrario y más adelante, en la misma acera, e igualmente adosado, el Palacio Arzobispal, construcción nueva, del siglo XX, de estilo Neocolonial.

Palacio Arzobispal, 1924.

Catedral de Lima.

Dejamos la Plaza de Armas para tomar la calle del Conde de Superunda para llegar, a mano derecha, al templo de la orden dominica: SANTO DOMINGO (2), inconfundible por el color rosado de la fachada y su torre-campanario. Guarda los restos de San Martín de Porres y de Santa Rosa de Lima. El claustro es muy original para un español: es estupenda la arquería del segundo piso del claustro, realizada en madera. El claustro (como casi todos los de la ciudad) contiene un maravilloso jardín que nada tiene que ver con los europeos. La torre-camapanario asoma vigilante al mismo. En la sala capitular el techo está compuesto por un admirable artesonado mudéjar de madera de cedro de Nicaragua. También es una joya la colección de azulejos sevillanos del siglo XVII. Para mí gusto prticular es el mejor templo de la ciudad, junto al de la Merced.
Claustro del convento de Santo Domingo.
Obsérvese el piso superior y su arquería en madera.

Artesonado mudéjar del techo de la Sala Capitular. La cámara de mi móvil (celular en el habla latinoamericana) no estuvo a la altura de las circunstancias, pues la cámara se quedó sin batería.

Portada lateral de Santo Domingo.

Por la calle Cailloma arriba, giramos a la izquierda, por el Jirón de Ica, y llegamos al convento de SAN AGUSTÍN (3), de fachada rojiza. Es una pena porque quedó muy dañado a consecuencia de unos cañonazos en unas refriegas habidas en la ciudad entre diferentes partidarios políticos a finales del siglo XIX. La portada es un ejemplo de la abundante decoración barroca limeña (y latinoamericana en general), comparable al churrigueresco español.

Portada de San Agustín.

Retrocedemos por Ica y, tras cruzar Cailloma, giramos (volteamos, al decir de los limeños) a la izquierda, por el jirón de Rufino Torrico y llegamos a la pequeña, decoradísima y entrañable iglesita de SAN MARCELO (4). Simple, pero equilibrada, con una fachada decorada con mucha profusión. Destaca la pequeñez de las dos torres-campanarios.
San Marcelo. Foto de mala calidad al hacerla de noche.

POR EL JIRÓN DE LA UNIÓN
Tras salir de San Marcelo tomamos la calle Emancipación en dirección SE o de Abancay. Es una calle ancha que cruza las de Torrico, Cailloma y Camaná, para llegar al concurridísimo Jirón de la Unión, verdadero centro social y comercial del corazón de la ciudad central de Lima. Tomamos Unión hacia Plaza de Armas y llegamos a la gran joya de la ciudad, templo muy estudiado en manuales de arte: la IGLESIA DE LA MERCED (5). Su fachada y su interior son el mejor ejemplo del barroco recargadísimo latinoamericano. También su interior es un ejemplo del llamado "horror vacui" por el que todo espacio tendría que estar decorado sin excepción. Fue el primer templo que visité en esa Semana Santa de 2009 y ya es de visita obligada en mis sucesivos viajes limeños. Me impresionaron algunos retablos sin pan de oro, de madera excelentemente labrada de cedro nicaragüense. La capilla del padre Urraca me es ya muy familiar.
Templo de la Merced, en la calle del Jirón de la Unión.

Detalle de la portada, decorada en exceso, cualidad tan propia del Barroco en general y latinoamericano en particular.

FINALIZANDO EL PASEO
Ya llegamos a la recta final del paseo por los templos limeños. Llevamos recorridos los templos de las principales órdenes religiosas de la época del virreinato: dominicos, agustinos, mercedarios, y ahora nos quedan por ver los templos jesuita y franciscano, que no podían faltar, sobre todo el de los jesuitas, tan implantados en Latinoamérica con sus misiones evangelizadoras y con sus reducciones en la selva con los indígenas a los que lograron convertir.
Por Miró Quesada, saliendo por la puerta lateral del crucero de la Merced, cruzamos Carabaya, Lampa y llegamos a la calle de Azángaro, para girar-voltear a la izquierda, para toparnos con SAN PEDRO (6), el templo de la Compañia. Llama la atención la poca decoración de su fachada amarilla. Los otros templos de la Compañía que conozco en América son los de Cuzco, Arequipa y el del ecuatoriano de Quito, ejemplos de decoración hiper abundante. Sin embargo su interior (es una pena que no se puedan sacar fotos en los interiores de las iglesias en general) está decorado de forma similar a los otros templos ignacianos. Las efigies típicas de San Francisco de Borja y de San Ignacio de Loyola resaltan en su interior.
La iglesia de San Pedro, el templo de los jesuitas.

Claustro de San Pedro.

Y, para terminar este introductorio paseo por la vieja Lima, seguimos por la calle de Azángaro, la cual nos conduce directamente, tras cruzar cuatro cuadras: Ucayali, Huallaga, Junín y Áncash, al templo de la orden franciscana: el CONVENTO DE SAN FRANCISCO (7), más comúnmente conocido como las "catacumbas", por la cantidad de huesos humanos en su subsuelo, pues hasta el siglo XIX era un cementerio. Particularmente me gusta, pero me defraudó mis espectativas. A ello se sumó la pésima guía que lo explicaba que, además de tener poca idea, tenía muy mal carácter. Es interesante su biblioteca. En la portada, a su lado izquierdo, si miramos de frente su fachada decorada, tiene adosada la capilla de la Soledad, aunque está en ruinas su interior.
Salimos y, por la calle de Áncash, llegamos a la vieja Estación de Desamparados, volteamos a la izquierda, por el jirón de Carabaya y retornamos al punto inicial del paseo: la Plaza de Armas o Plaza Mayor, punto ahora final de nuestra visita paseada por olos templos de Lima. Hemos dejado tres templos en este recinto: la Trinidad, Jesús y María y el Sagrado Corazón de Jesús. El tiempo me faltó, la cámara estaba baja de batería y visité uno de los tres pero no me acuerdo de su nombre pues, tras tanto pasear acaba uno ya saturado de tanta belleza arquitectónica y más para un turista extranjero como yo. Espero ser comprendido por el lector.
En otra entrada, la segunda, intentaremos la aproximación a las casonas de la ciudad y, en una tercera entrada, los demás edificios y, si se puede, alguna extensión fuera de este cuadrado.

San Francisco o las Catacumbas.

lunes, 18 de enero de 2010

DEL VERANO LIMEÑO AL INVIERNO MADRILEÑO

Tras unas vacaciones de desconectar lejos, muy lejos, de la vida cotidiana en Madrid, vuelvo a escribir algo en el blog tras una semana de estar readaptándome de nuevo a la normalidad. Una semana superando el jet lang del viaje y del ambiente que dejo allá, a unos diez mil kilómetros de Madrid.
En el hemisferio sur es ahora verano, mientras en el norte es invierno puro y duro. Como readaptación a las entradas del blog publico esta entradilla con algunas imágenes que capté en el viaje y que contrastan bastante. Del verano limeño al invierno madrileño, de la Ciudad de los Reyes, de los dos águilas o de los gallinazos, a la Villa y Corte del oso y el madroño.
Plaza de Armas de Lima. Verano. Últimos días de diciembre del año 2009.
Palacio presidencial en la misma plaza y el mismo día. Ver las indumentarias de los turistas a unos 24 o 25 grados, una temperatura muy agradable, a pesar de la humedad reinante en la ciudad.





¿Estamos en Madrid? Pues estamos en un Restaurante llamado Las Cuevas de Luis Candelas, como el famoso bandolero madrileño del Romanticismo. Pero estamos muy, muy lejos de Las Cuevas de Luis Candelas sitas en la madrileña calle de Cuchilleros. Estamos, ni más ni menos, que en la calle de Benalcázar 713, semiesquina a la calle de Chile, en la capital de Ecuador, en Quito. El nombre del restaurante es también Las Cuevas de Luis Candelas, local fundado en 1963, por dos amigos, uno ecuatoriano y otro, español. En su carta aparece comida ecuatoriana pero, también se puede encontrar una tortilla de patatas o una paella. Ambos jefes de sus respectivos negocios se conocen mutuamente.


Latitud ni norte ni sur. 0º grados. Quito, 4 de enero de 2010.



El autor de este blog en la playa de Barranco, en el océano Pacífico el día 27 de diciembre de 2009. Barranco es un barrio de clase media al sur de Lima. Mientras Europa tiritaba esos días navideños de frío, con nieve y lluvia, en el hemisferio sur se alcanzaban los, aproximadamente, agradables 25º de temperatura. Impresiona a cualquier habitante del hemisferio norte, acostumbrado a oir villancicos viendo nevar o con frío ambiente, encontrarse en manga corta y sudando, con ganas de darse un chapuzón en la playa.



Y el contraste. Apenas tres días después de despedirme de Lima, el lunes 11 de enero, me encontraba paseando la mañana después de la histórica nevada en Madrid. Un día soleado pero muy frío, con hielo. Como reza el título: del verano limeño al invierno madrileño. La plaza de Oriente blanca.....como la nieve. Y es que, como dice el ripio:
El aire de Madrid es tan sutíl,
que mata a un hombre y no apaga un candíl.
El Palacio de Oriente en ese lunes frío e invernal. Comparese el corazón de Madrid, plaza y palacio, con el corazón limeño, con su plaza y palacio también. Lo que sorprende es que en julio-agosto, cuando en Lima tengan un invierno templado, en esta misma plaza de Madrid, el calor será un infierno, con temperaturas de 40º.

Pues tras esta pequeña entrada, deseo de nuevo, aunque con retraso, a todos los lectores que visiten este blog, que tengan un FELIZ AÑO 2010.