miércoles, 30 de junio de 2010

LA GUERRA HISPANO-SUDAMERICANA (V): LA VUELTA AL MUNDO EN LA NUMANCIA (A)

En esta entrada examino una novela histórica -La vuelta al mundo en la Numancia- escrita por alguien contemporáneo a la guerra, aunque compuesta y publicada muchos años después de los sucesos: 1906, cuarenta años después, cuando, posiblemente ya estaba olvidada en la mentalidad colectiva de los españoles, si es que llegó a estar presente de manera efectiva. La literatura es una fuente muy importante en el hacer del historiador, es una aproximación a la mentalidad de algunos personajes de la época a analizar. La edición que uso es la de Carlos García Barrón, de la editorial Castalia. La introducción es excelente.
Los Episodios Nacionales de Galdós.
El gran escritor canario (Las Palmas de Gran Canaria, 1843 / 1920, Madrid), al tiempo que publicaba sus grandes novelas (Gloria, Miau, Fortunata y Jacinta, Misericordia, etc) noveló muy acertadamente (Episodios Nacionales) el turbulento siglo XIX entre la batalla naval de Trafalgar (1805) y el gobierno de Cánovas (1880). Resumió su ingente obra en cinco series, subdivididas a su vez cada una en diez novelas o "episodios", salvo la quinta, que quedó inconclusa con solo seis títulos, y que tratan respectivamente de: (1ª serie) la Guerra de la Independencia; (2ª serie) el reinado de Fernando VII; (3ª serie) la época de las Regencias; (4ª serie) el reinado efectivo de Isabel II; y (5ª serie) el Sexenio Democrático y la Restauración alfonsina. La vuelta al mundo en la Numancia se inserta en la cuarta serie.
Don Benito Pérez Galdós fue uno de los grandes novelistas de la España del último cuarto del siglo XIX español, junto a Leopoldo Alas "Clarín" o Emilia Pardo Bazán. Su ideario político siempre fue progresista y fue evolucionando al republicanismo. En su obra última también evoluciona al experimentalismo poco a poco. Es un buen testimonio para narrar esta guerra.
La vuelta al mundo en la Numancia
Se escribió en el invierno de 1906. En esos años las relaciones con América ya eran normales, incluso se estaba ya olvidando la guerra de Cuba contra los Estados Unidos, y miles y miles de españoles emigraban a esas, ya casi primer centenarias, repúblicas. Galdós, gran viajero, contaba con sesenta y tres años en ese 1906. Ya era casi un anciano y estaba delicado de salud, por lo que no podía ya viajar al Nuevo Mundo. Sin embargo, como en todas sus obras, se documentó de forma notable. Ni más ni menos que se basó en las cartas que le envió el gran escritor criollo y limeño Ricardo Palma, el autor de las célebres Tradiciones peruanas, tras un viaje que realizó a España en 1892.
García Barrón cree que también consultó tres obras más: La perla de Lima, 1869, del español Fernando Fulgosio, y el libro del peruano Manuel Fuentes: Lima: Apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres, 1867. También se basó en los detallados testimonios de los protagonistas españoles: Historia de la guerra del Pacífico, 1882, del teniente de navío Pedro Novo y Colson; Impresiones del viaje de circunnavegación en la fragata Numancia, del capitán de fragata Eduardo Iriondo.
En otra entrada haremos el resúmen detallado de la novela, una especie de guía para alguien que decida leerla o, al menos, tener una idea amplia de la misma.
Edición de la editorial Castalia en su colección Clásicos Castalia,
con el excelente prólogo de Carlos García Barrón.

La fragata Numancia
Es la gran protagonista de la novela. Era el buque insignia de aquella Armada española, una Armada aceptable en aquellos años, aunque muy por detrás de las de Gran Bretaña y Francia, o la de USA. Fue encargada a una empresa francesa, la cual la construyó en los astilleros de Tolón entre 1862 y 1863. Se botó el 19 de noviembre de ese año, aunque hasta finales de 1864 no se acabó definitivamente. Era una nave blindada, bien artillada, y de gran tonelaje. En la guerra su tripulación ascendía a los 590 marineros, al mando del capitán de navío Casto Méndez Núñez. En diciembre de 1864 llegaba a Cartagena y seguí a Cádiz. De la ciudad andaluza zarpó el 4 de febrero de 1865 para unirse a la flota del Pacífico.

La fragata Numancia.

Tuvo el honor de ser la primera fragata blindada en dar la vuelta al Mundo en dos años, siete meses y dos días, casi trescientos cincuenta años después de la gesta de Elcano. Tras los combates del Pacífico (1866) y su circunnvegación, su vida fue agitada.
En diciembre de 1870 trasladó al nuevo rey de España, Amadeo I de Saboya, a Cartagena, para iniciar su reinado en el país que lo había elegido. En esa misma época del Sexenio Democrático de España, participó en los sucesos del Cantón de Cartagena (1873). Huyó en manos de los acantonados a Orán. Se rindieron y el buque volvió a territorio español.
En 1896 hubo de ser reformado y modernizado en Tolón por su empresa constructora. Gracias a esa circunstancia se salvó de ser enviada a Cuba o a Filipinas a la lucha desigual contra los mismísimos Estados Unidos y yacer hoy en el fondo del océano, hundida por los torpedos de la flota del Tío Sam. El almirante Cervera no era Méndez Núñez, ni la flota yankee era la peruana o chilena de treinta años atrás.
En la primera década del siglo XX hizo su misión de ser el buque-escuela de la Armada hasta que, en 1912, fue dada de baja. En 1916, medio siglo después de su nacimiento y de la lucha en El Callao, era remolcada hacia Bilbao para su desguace cuando, en la costa portuguesa, entre Lisboa y Oporto, en Sesimbal, se quedó medio hundida, a la vista de los lugareños lusos. Era como una negativa a su vulgar destino tras su vida de aventuras del siglo XIX.
El viaje de la Numancia
El 4 de febrero de 1864 se inicia el viaje de nuestra blindada. El 13 de febrero llegaba a San Vicente, en las islas portuguesas de Cabo Verde. Un mes después (13-m), llegaba a Montevideo. Tras la accidentada y peligrosa travesía por el estrecho de Magallanes, llega al Pacífico y se sitúa frente a Valparaíso el 28 de abril. El 5 de mayo llegaba a El Callao. Ese año se desarrollaron los sucesos que llevaron a la guerra.
En mayo de 1866, acabado el bombardeo y hechas las reparaciones en la isla de San Lorenzo, Méndez Núñez volvería a España por el Atlántico pero, la Numancia y la Berenguela, volverían por el Pacífico.
Las provisiones y aguadas eran muy escasas y el escorbuto hizo su presencia, por lo que las condiciones debieron de ser muy similares a las de los españoles de tiempos de Elcano en el siglo XVI. En las francesas islas de Reunión se dió la primera escala. De ahí a Manila, en las entonces españolas Filipinas. La travesía llegaba al cabo de Buena Esperanza y el paso al Atlántico.
Sin embargo la ruta no fue por la costa africana sino que viró hacia Brasil. De allá a Cádiz de nuevo, en cuyo puerto recalan el día 20 de septiembre de 1867, después de dos años, siete meses y dos días desde que zaparon del mismo muelle. En la siguiente entrada estudiaré el relato novelístico.

sábado, 26 de junio de 2010

LA GUERRA HISPANO-SUDAMERICANA (lV): LOS COMBATES

Vamos a ver aquí la relación de sucesos bélicos de esta mini guerra. En posterior entrada expondremos las reflexiones pertinentes. Tras lá campaña algunos datos sobre muertos y destrucciones.
El combate de Papudo
El comandante de la escuadra chilena Williams Rebolledo, en la corbeta Esmeralda, esperó cerca de Valparaíso a la goleta española Covadonga, al mando de Luis Fery. El 26 de noviembre se avistan. Rebolledo ideó un engaño por el cual expuso la bandera británica. Cuando estaban ya muy cerca, cambió el estandarte por el chileno. La Covadonga ya no puede huir y el capitán chileno Manuel Thomson, es el encargado por Rebolledonpara tomar la nave. Trtas saber la noticia en la flota española, el almirante Pareja se sumió en una fuerte depresión y se suicida. Eran tiempos de honor romántico y suicidio fácil.
El combate de Abtao
Perú envía su flota a Chile. La flota chilena la componían las naves: Esmeralda, Maipú y la recién apresada Covadonga. La peruana era algo mejor, aunque incompleta: las naves Apurímac, Amazonas, Unión y América. Esperaban la unión de dos buques insignias adquiridos en Europa y acorazados: Huáscar e Independencia. Ambas naves no llegaron a tiempo para participar en esta guerra.
Esta flota se encuantra con las naves españolas Villa de Madrid y Blanca, mandadas por Juan Bautista Topete. La flotilla se refugia en la accidentada costa de las islas Chiloé. Las naves españolas no pueden penetrar en un medio desconocido. Deciden esperar a Méndez Núñez que llegaría con la acorazada Numancia. Intrépidamente se metió entre los arrecifes y esperó la salida de la flota sudamericana. Tras no tener respuesta y, por las nieblas y temor a encallar, deciden retirarse. En las cercanías apresaron al chileno Paquete del Maule, con similar número de prisioneros al Covadonga. Era la respuesta al engaño de Papudo.
El bombardeo de Valparaíso
En vista de no poder combatir en campo abierto, Núñez decide bloquear la costa de Chile con bombardeos de puertos. Sólo efectuó el bombardeo de Valparaíso. Núñez estaría contrariado por no poder combatir en campo abierto y no debió de serle agradable atacar una ciudad indefensa. Tras enviar un ultimátum a Chile solicitando la devolución de la Covadonga y de algunos puntos más, decidió dar tiempo para que la población evacuase la plaza y se pusiesen banderas blancas en edificios como iglesias u hospitales. Se bombardarían instalaciones de almacenes y de tipo estratégico. El fin era hacer daño sin número de víctimas. Hubo dos muertos. Muy lejos del bombardeo cobarde que se dijo en su momento.
Una flota extranjera, estadounidense, francesa y británica, fondeada en ese puerto y, deseando evitar el bombardeo, acaba retirándose ante la negativa de Méndez de suspender el castigo. El 31 de marzo las naves Villa de Madrid, Vencedora, Blanca y Resolución, bombardean la ciudad durante dos horas. La población chilena intentó linchar a los prisioneros de la Covadonga. El gobierno chileno decide la expulsión de estos para evitar hechos similares.
La folta española decide dirigirse a El Callao para buscar un enfrentamiento bélico de verdad.
La lucha de El Callao (Lima), el día 2 de mayo de 1866
Méndez Núñez se presenta en la costa limeña en abril. En la isla San Lorenzo (islote situado a unos cinco kilómetros justo enfrente del El Callao, junto a otra menor aún llamada Frontón) desembarcan para preparar la operación bélica.
La flota española la componen las naves de guerra: Numancia, Blanca, Resolución, Berenguela, Villa de Madrid, Almansa, Vencedora, además de algunas naves auxiliares de la dicha flotilla. Se disponen en tres partes, norte, sur y centro, en paralelo a las torres artilladas organizadas por José Gálvez. El viejo Real Felipe, la dieciochesca fortaleza española, testigo de vigilancia frente a piratas y último bastión de la resistencia española en enero de 1826 tras la rendición de Rodil, quedaba de nuevo como espectador de una lucha entre peruanos y españoles.

Fuerte del Real Felipe, actual museo del Ejército peruano.

Las fuerzas peruanas disponían de un sistema de torres artilladas con los temibles cañones Armstrong y Blakely. También estaban las naves Sachaca, Colón y Túmbez, pero apenas pudieron salir del puerto ante el nutrido fuego español. También se organizó una fuerza de tierra ante un hipotético desembarco. A inicios de la mañana se inició el bombardeo. Ahora Núñez tenía la ocasión de combatir en condiciones de igualdad. Los episodios anteriores le debieron dejar ansioso de esta lucha. En ese siglo de honores y tratándose de militares de marina pues se comprenderá lo que pasaría por la mente del marino gallego.
En ese momento, el gobierno español, comprendiendo la gravedad del asunto y de que había llegado muy lejos, decidió enviar un emisario vía Panamá a Perú para ordenar a Don Casto a retirarse. Al comunicar con el alférez de navío Álvarez de Toledo, que traía la orden de retirada, el gallego le respondió algo como (en palabras de Galdós): "Mañana 2 bombardeo El Callao. Usted no ha llegado todavía; llegará pasado mañana, y en cuanto me comunique la orden del Gobierno, me apresuraré a obedecerle". Como vemos el bombardeo fue obstinación de Don Casto, fue el que llevó al combate. Cuestión de honor de aquél tiempo. Una cuestión que entrañaba riesgos fuertes y grandes: desproporción de fuerzas artilladas y sin costa de avituallamiento entre Lima y ¡Filipinas! Está visto que Núñez quería entrar en la historia. Y lo consiguió.
A media mañana abrió el fuego contra las torres limeñas. Hacia las 12,30 una granada alcanzó a Núñez. Que tuvo que ser atendido y retirado al camarote.

Méndez Núñez es herido en combate
Recreación del camarote de la Numancia.
Mobiliario instalado en el Museo de Pontevedra


Hacia las 13 horas, la Blanca dispara y acierta en el polvorín de la Torre de La Merced, explotando esta. La explosión fue muy cruel por la cantidad de ilustres víctimas, al ser una torre de mando. Se calculan unos cuarenta muertos. Entre ellos falleció el ministro José Gálvez y varios oficiales, entre ellos, (y aquí lo paradógico de esta guerra) el coronel Toribio Zabala, limeño pero de origen español criollo. Lo curioso es que los Zabala se dividieron tras la guerra de la Emancipación, pues este Don Toribio optó por la nacionalidad peruana, mientras su hermano, Juan Zabala, optó por la española, siendo héroe y general de las guerras carlista y de la guerra marroquí. En estos momentos vivían ambos hermanos (el español era, precisamente, el ministro de Marina), por lo que el peruano supo de las hazañas de su hermano en España y África, además de su ministerio, y el limeño, pero español de residencia, debió quedar consternado al saber de la explosión de La Merced. Paradojas de dos países que aún hacía poco tiempo relativo de sus guerras de independencia. Pensemos en la rama de los Goyeneche, divididos entre el españolismo y la nueva república peruana.
Hacia la caída de la tarde y de la garúa limeña, a las 16 horas, con los buques españoles tocados, pero ninguno hundido, se decide dar por finalizada la operación. Según testimonios sólo la Torre de Santa Rosa respondía.
Final del combate
Como es normal, ambas partes exageraron el combate. Ambas se dieron la victoria en sus diferentes periódicos. Los peruanos adujeron que los españoles habían sido humillados y la ionvasión abortada. Los españoles adujeron que sólo querían un castigo y se dieron la victoria por haberlo conseguido.
Las informaciones periodísticas estadounidenses hablan de victoria peruana, se nota el americanismo. Las fuentes francesas se aproximan a las españolas. es normal, recordemos que esos años la Francia de Napoleón III era aliada de la España de Isabel II.
De todas formas las dos fuentes hablan de la audacia española frente a los temibles cañones peruanos y la falta de avituallamiento desde hacía varios meses.
Las víctimas del 2 de mayo
También la guerra de cifras que se discuten para minimizar o no la miniguerra del Pacífico.
A) Las víctimas peruanas
En algúna fuente peruana se llegó a aceptar la cifra de ochenta muertos. Las fuentes extranjeras hablan de entre doscientos y cuatrocientos muertos y heridos. Las estimaciones españolas hablan de los mismois números. las bajas debieron de ser algo elevadas.
B) Las víctimas españolas
Se admitió el número de 43 muertos.

Hasta aquí los acontecmientos bélicos. En una próxima entrada trataré sobre las firmas de las diferentes paces con los diferentes países beligerantes, aunque en realidad, la guerra efectiva fue solo contra Chile y Perú, sobre todo con el Perú. Ecuador y Bolivia fueron beligerantes simbólicos. También haremos algunas reflexiones finales para tratar el tema con la fuente literaria galdosiana.


lunes, 14 de junio de 2010

LA GUERRA HISPANO-SUDAMERICANA (III): EL PASO A LA GUERRA

Origen del problema que llevó a la guerra: la indemnización a España
El 2 de agosto de 1831 la joven República del Perú reconoce que tiene que pagar una indemnización al Reino de España en concepto de la Guerra de Emancipación. En 1850 se acepta pagar dicha indemnización siempre que España reconociese al Perú como país independiente. Si el gobierno de Madrid hubiese accedido a esta petición es posible que las relaciones entre ambos países y el resto de repúblicas latinaomericanas hubiesen seguido otros cauces mucho más amigables y en fechas más tempranas. Este no reconocimiento, y en esas fechas en las que se iniciaba el neo-imperialismo europeo, coincidió con la necesidad de afirmación de la conciencia nacional de esos países que llevaban entre treinta y veinticinco años independientes.
La expedición científica
El 10 de agosto de 1862 zarpaba de Cádiz una expedición científica hacia Sudamérica. El 6 de octubre anclaban en Río de Janeiro. El 6 de diciembre lo hacían en Montevideo, puerto donde se les une la nave de guerra Covadonga, mandada por Hernández Pinzón, descendiente de los míticos Pinzones colombinos. El 9 de mayo llegaban a Valparaíso. El 10 de julio atracaban en El Callao (Lima).
Pinzón era un personaje altanero y grosero, el cual no supo digerir el no ser recibido por el gobierno peruano. Zarpan a México y, de allí, regresan al Perú.
El incidente de Talambó
En 1859 América Latina estaba ya recibiendo inmigrantes europeos y de otros continentes para poder iniciar la explotación de sus inmensos territorios y riquezas naturales. Miles de europeos, tanto del norte anglosajón, como del sur mediterráneo, abandonan sus vidas míseras, víctimas de la revolución industrial, para buscar el sueño americano.
En este contexto y en ese año, el gobierno peruano autoriza a M. Salcedo, propietario de la finca de ese nombre, a contratar agricultores españoles para sus propiedades. En julio de 1859 llegan a la finca. Hubo un altercado grave que acabó con un muerto español y varios heridos. El entonces presidente Pezet promete justicia e inicia una investigación. La prensa española caldea el ambiente.
El gobierno isabelino envió a un personaje singular: Eugenio Salazar y Mazarredo, también un prepotente. En su fuero interno tenía el objetivo de anexionar las islas Chinchas (ya indicamos que ricas en guano) para cambiarlas con Gran Bretaña por el peñón de Gibraltar. Ni más ni menos el descabellado plan del personaje.
Hasta aquí la postura peruana es colaboradora aunque poniendo sus condiciones, tanto en el pago de la deuda como en la investigación del incidente de Talambó. La postura española, sin embargo, aún puede verse su actitud semi colonialista. No se había digerido la independencia como hecho consumado y sin posible vuelta atrás.
Los virajes hacia la guerra
En enero de 1864, nuevamente el gobierno peruano, como sucedió con Pinzón, se niega a reconocerle. Herido su orgullo, logró convencer a éste para que ocupase las dichas islas guaneras, sitas al sur de Lima, frente a la península de Paracas. La ocupación se llevó a cabo el 14 de abril de ese mismo año de 1864. Serían usadas las islas como moneda de cambio para el pago de la deuda y del castigo a los culpables de Talambó.
La ocuapación de esas islas, fuente de riqueza para el Perú, desató la indignación del pueblo peruano, el cual pide la guerra ya. Otros países también reaccionaron de forma indignada. Una solidaridad popular latinoamericana se desató es esa década en la que las potencias europeas y también España, tímidamente, parecía que querían entorpecer la independencia anterior. En realidad los europeos intentaban un imperialismo indirecto, en ningún caso una "reconquista". Las noticias no empujaron, de momento a los gobiernos, los cuales buscaban un arreglo pacífico.
Recordemos que la monarquía isabelina realizaba una política exterior muy activa: Marruecos, Santo Domingo, México, Guinea Ecuatorial, Vietnam. a veces en soledad, a veces en sumisión a las otras potencias, en general a la Francia del III Imperio de Napoleón. En ese contexto regresa a España Salazar y Mazarredo en julio de 1864. Azuza el ambiente al declarar que ha sido víctima de un intento de envenenamiento. En ese momento el pueblo peruano presiona al gobierno tranquilo peruano.
El gobierno isabelino envía al almirante Pareja. Como ya sabemos, limeño de nacimiento. En Chile murió su padre, en la guerra de Emancipación. Este personaje, a diferencia de San Martín en su momento, no tenía ningún lazo con América. Todo lo contrario, parece ser que iba a Latinoamérica a vengar al muerte de su padre.
La escuadra española en ese momento la componían los buques Numancia, Resolución, Almansa, Vencedora, Blanca de Castilla, Berenguela, Villa de Madrid y Covadonga. Curiosamente, la Armada española era aún importante. Tras las de Gran Bretaña o Francia, tenía gran potencia en Europa. Se estaba superando en algo las pérdidas de inicios del siglo. Los buques peruanos eran el Huáscar y el Independencia.
El caldeado ambiente aún explotó mas al firmarse frente a El Callao el llamado Tratado Vivanco-Pareja. El general peruano y el almirante español firmaron el acuerdo por el que se accedía a las peticiones españolas sin la previa devolución de las islas Chinchas. La población peruana lo consideró una humillación. Cuando parecía que las cosas iban a solucionarse, un desembarco de marineros españoles en El Callao, provocó una agresión contra los mismos, muriendo unos de ellos. El presidente Pezet accedió a indemnizar a la viuda.
Al poco, los acontecimientos se precipitan: un golpe de estado surge en Arequipa, con el que Pezet cayó del poder. El nuevo gobierno no acepta el tratado y se vuelve a la tensión. En Chile sucedió algo similar: el pueblo rebasa la quietud gubernamental. También cayó dicho gobierno chileno. Un sentimiento de solidaridad popular interamericano recorre algunas repúblicas.
El 24 de septiembre de 1865 Chile declaró la guerra a España. El 13 de diciembre lo hacía Perú. Las cosas se complican al recibirse las declaraciones de guerra de Ecuador y Bolivia el 14 de enero de 1866.
Se iniciaba una guerra estéril e inútil sin beneficios para ninguna de las partes beligerantes. La guerra duraría hasta 1871 y 1885, según se firmase la paz con las cuatro repúblicas.