domingo, 30 de diciembre de 2012

BREVE ATLAS DE HISTORIA DE ESPAÑA (III): LA EDAD MODERNA

Tercera entrega del Breve Atlas de Historia de España: la Edad Moderna. Los mapas son de libre uso, sin ninguna limitación. En la misma línea de las anteriores, es provisional y sujeta a la revisión y a la inclusión de otros mapas que se vayan elaborando.
 

En 1479 nacía la Monarquía Hispánica de los Reyes Católicos. Era el final de un largo proceso de lucha secular entre la cristiandad y el Islam en la Península. Se fraguaba una monarquía plurinacional en la que solo los monarcas eran el vínculo de unión entre los diversos reinos. Había acabado al guerra civil castellana con el definitivo distanciamiento de Portugal. Las dos ramas de la dinastía Trastamara, la castellana y la aragonesa, se reunían en este reinado.
Casi el actual territorio español se forjó en ese reinado. Hasta 1516, con la muerte de Fernando de Aragón, los monarcas hispanos habían anexionado el Reino Nazarí de Granada y el Reino de Navarra, además de darse la definitiva colonización de Canarias.
La formación del actual Estado Español habrá de esperar al siglo XVIII, tras la Guerra de Sucesión y la entronización de la dinastía Borbónica. Por el momento esa unificación que hablan los manuales tradicionales es solo personal y religiosa: el Tribunal de la Inquisición sí tiene competencias en todo el territorio en materia de asuntos religiosos y de mantenimiento de la ortodoxia católica más estricta. Por lo demás, cada reino conserva idiomas, tradiciones culturales y diferencias políticas.

 
En 1516 fallecía el rey Fernando El Católico (Fernando V de Castilla). La prematura muerte del primogénito de Isabel y Fernando, el príncipe Juan, había dejado el trono a su hermana Juana, casada con Felipe (Felipe I, el Hermoso), el hijo del emperador Maximiliano de Habsburgo. La degeneración mental de la reina tras la muerte de Felipe, dejaba el trono hispánico en manos de su primogénito Carlos, príncipe nacido en Gante y educado a la alemana. Paradógicamente su hermano Fernando, menor en edad, nacido en Alcalá de Henares y educado a la castellana, quedaba fuera de la sucesión hispana. Al abdicar Carlos (1556), Fernando heredó el imperio y alumbró la rama de los Habsburgo de Viena.
Al llegar al puerto asturiano de Tazones, el flamante Carlos I de las Españas heredaba un territorio en expansión: además de los reinos peninsulares de Castilla y Aragón, obtenía las conquistas que estaban realizando los castellanos en las Indias.
Tras la muerte de su abuelo Maximiliano, heredaba también el cetro imperial autro-alemán. Era Carlos V de Alemania y Carlos I de España. Curiosamente la historiografía española le cita por su orden numérico alemán, generando confusión, pues el último Carlos de España fue Carlos IV de Borbón.
Además heredaba de su padre los Países Bajos y el Franco Condado. Adquirió el Milanesado más adelante. Era el emperador de Occidente. Sus estados dejaban a Francia aislada diplomáticamente en Europa: al sur de los Pirineos, en Italia, en el este y en el norte, con la amistad con Inglaterra. Además contrajo matrimonio con una princesa portuguesa, por lo que dejaba la puerta abierta a una futura herencia portuguesa, como ocurrió en 1580 en persona de su hijo Felipe II.
La monarquía Hispánica unía su suerte a la política imperial europea. Nacía la llamada España de los Austrias (o de los Habsburgo), que duraría hasta 1700, tras la muerte del último miembro de la dinastía: Carlos II.
 

 
 
En 1581 Felipe II era proclamado rey de Portugal, tras la muerte del infante portugués don Sebastián en la batalla de Alcázarquivir, en Marruecos. Hizo valer sus derechos al ser hijo de una portuguesa. La unión hubo de necesitar de una invasión castellana y una lucha calle por calle en Lisboa, así como una dura batalla naval en las Azores contra el prior de Crato, ayudado por Francia. Felipe II conseguía un imperio extenso en los cinco continentes: el castellano y el portugués. Con esta unión se desvirtuaba el Tratado de Tordesillas: los españoles podrían anexionarse las Filipinas y los portuguses podían adentrarse en el Mato Grosso brasileño, lo cual tuvo sus repercusiones tras la secesión lusa de 1640.
Sin embargo algunos autores hablan del "gigante con los pies de barro". En efecto, los enemigos de la monarquía de los tres Felipes: II, III y IV, redoblarían sus ataques al ser conscientes de la falta de unidad real. Analizando el mapa de España entre 1517 y 1700 se puede ver que eran ocho miniestados: cuatro en Aragón (Cataluña, Valencia, Baleares y Aragón), tres en Castilla (Navarra, las provincias vascas y Castilla) y el estado de Portugal. En el reinado de Felipe IV estallará la rebelión de 1640, con la secesión definitiva de Portugal y la temporal de Cataluña, además de rebeliones nobiliarias secesionistas en Aragón (duque de Híjar) y Andalucía (duque de Medina Sidonia), entre otras demonro importancia. La Unión de Armas que propuso el Conde Duque de Olivares le costó bastante cara, con su caída política como valido.
Se puede consultar el enlace:
http://histocliop.blogspot.com/2011/09/principales-lugares-de-la-monarquia.html
 




 
El comentario de estos mapas de la Guerra de Sucesión Española se encuentra en la anterior entrada (septiembre de 2011):
 

En la plenitud del Antiguo Régimen (Despotismo Ilustrado) un episodio va a romper la estabilidad del reinado de Carlos III: los motines de 1766. Se iniciaron en Madrid, a finales de marzo. Aunque algunos los comparan con la Revolución Francesa, en realidad fueron una asonada típica del Antiguo Régimen ocasionada por una crisis de subsistencias. Como ocurrirá en 1808, en Aranjuez, el descontento popular fue aprovechado por ciertos sectores privilegiados contra otros (ministros españoles contra el grupo de italianos y sectores del clero contra la Compañía de Jesús.
El inicio de la tensión empezó en el barrio popular de Lavapiés de Madrid, ante un bando que prohibía las capas y los sombreros de ala ancha por motivos de esconder armas. La furia popular se dirigió contra la casa de Esquilache, que antes había huido de la misma. El rey hubo de acceder a las peticiones popules, pero, asustado, huyó a Aranjuez, lo cual exacerbó aún más los ánimos. Carlos III hubo de enviar una carta para reafirmarse en las medidas anteriores y explicando su marcha por motivos personales. El motín terminaba con la salida de los ministros italianos y la caída del sector afín al marqués de la Ensenada, así como la expulsión al año siguiente (1767) de los jesuitas. Con el tiempo, se fue imponiendo la moda de sustituir la capa por la casaca y el sombrero de ala ancha por el tricornio, quedando el atuendo anterior como parte de la indumentaria castiza de los "manolos" zarzuleros y toreros.
Sin embargo, los motines se extendieron por un amplio espectro de otras ciudades de España: Cuenca, Zaragoza (donde estuvo a punto de desatarse una verdadera tragedia con los soldados enviados desde Madrid), Barcelona, Sevilla, Cádiz, Lorca, Cartagena, Elche, La Coruña, Oviedo, Santander, entre otras, y poblaciones varias del País Vasco: Las Machinadas.
Las machinadas, poco estudiadas en general, fueron la versión vasca del descontento popular. Deben su nombre a Machin o San Martín, patrón de los ferreros. Aunque hubo motines violentos durante todo el siglo XVIII, las machinadas de 1766 fueron las más graves. Centradas sobre todo en Guipúzcoa, actuaban en nombre del rey y atacaban a los comerciantes, considerados los culpables del hambre. La represión fue bastante suave, como en el resto de España.
En realidad, los disturbios de 1766 ni estaban planificados, ni eran una protesta política contra el Antiguo Régimen, ni había anticlericalismo manifiesto. El resto del reinado de Carlos III continuó en la más absoluta tranquilidad.

 
El auge económico iniciado a finales del siglo XVII continuará hasta 1790 proximadamente. En estos años de Despotismo Ilustrado surgirán las Reales Fábricas, que muy poco tendrían que ver con las modernas fábricas. Su producción estaba preparada para satisfacer una demanda nobiliaria, de la propia Casa Real y del ejército. El resultado fue una existencia efímera y la caída en la falta de rentabilidad y el cierre.
Observando el mapa se distiguen las Reales Fábricas (verde) y sus productos, las fábricas de armas (rosado) y los astilleros de la Armada (azul). Estas factorías no generaron una industrialización capitalista a la inglesa.
Por su parte, la miseria y el subdesarrollo del país se tradujo en el aumento del  ya endémico bandolerismo en Sierra Morena, relieve que favorecía sus acciones y la rápida huida. El ilustrado limeño Pablo de Olavide realizó un curioso experiimento en la zona: repoblar el camino de Andalucía con alemanes y flamencos. Surgieron curiosas poblaciones planificadas con plano urbano en damero cuadricualdo: desde Almuradiel y Garromán, a ambos lados del desfiladero de Despañaperros, hasta las localidades de La Luisiana o la Carlota, entre Sevilla y Córdoba. 
 
 
 
 
SIGUIENTE ENTREGA: HISTORIA DE AMÉRICA

jueves, 27 de diciembre de 2012

BREVE ATLAS DE HISTORIA DE ESPAÑA (II): LA EDAD MEDIA

En esta nueva entrada expongo algunos mapas de la Edad Media peninsular. Como en la anterior, adelanto los mapas y, poco a poco los iré comentando el con tiempo y añadiendo otros que me vayan saliendo. Los datos representados son de forma tosca. Ya dije que se debe a mi escasa formación informática.
Saludos.
 

El siglo V d.C. contempla el final del Imperio Romano de Ocidente (476) a manos de las naciones bárbaras llegadas de Europa Oriental. La Península Ibérica fue ocupada en su mayor parte por los visigodos, los cuales, como pueblo bárbaro y atrasado, tendrán muchas dificultades para someter todo su territorio.
Desde su llegada tendrán que enfrentarse a varios retos:
1) En el extremo noroccidental se encuentra el asentado reino bárbaro de los suevos, que ocupaban la actual Galicia, gran parte de la mitad norte de Portugal y la mitad occidental de Asturias. Tras largas guerras, acabó siendo sometido.
2) Justo en el extremo sureste se produjo el desembarco de los bizantinos, que en tiempo de su emperador Justiniano intentaron reconquistar el viejo -y caído en manos de los bárbaros- territorio del Imperio Romano de Occidente. Tras también largas luchas fueron expulsados. Hasta aquí dos grandes retos solucionados.
3) Los visigodos, como los romanos anteriormente, y los musulmanes en tiempos posteriores, se estellaron con el muro de la Cordillera Cantábrica y sus pueblos escasamente romanizados: astures, cántabros y vascones. El rey Leovigildo enció varias expediciones de castigo exitosas, aunque no consiguió el sometimiento definitivo. De hecho, en 711, el último rey godo, don Rodrigo, estaba en una campaña de castigo contra los astures.
4) Por fin, dentro de su propio territorio, los monarcas visigodos hubieron de enfrentarse a unos poderosos señores locales, los cuales escapaban al control del Estado central. Uno de esos señores feudales, don Julián, señor del sur, enfrenado al rey Rodrigo, aprovechó la nueva campaña contra los astures del norte y llamó en su ayuda a los recién convertidos al Islam: los beréberes del Magreb. En la batalla del Guadalete (711), cerca de la actual Jerez de la Frontera, los musulmanes aplastaron al ejército visigodo. Acababan así los tres siglos de existencia del primer Estado español de la historia.
 

Acababa el siglo VIII y en la Península encontramos el segundo Estado español independiente que ha sustituido el visigodo: el emirato independiente de Córdoba. Como es sabido, tras unos años de dominio árabe (emirato de Al Ándalus dependiente de Damasco), el superviviente de la familia Omeya a la matanza familiar a manos de los Abbasíes, Abderramán, logra formar un nuevo estado al margen de Bagdad, pero obedeciendo la autoridad religiosa de aquella dinastía. Korduba será ahora la nueva capital frente a Tolaitola. Casi toda la Península quedó dominada salvo una pequeña franja septentrional.
En esos enclaves defendidos por la Cordillera Cantábrica (recordemos que ante ella se habían estellado antes romanos y visigodos) surgen los núcleos de resistencia cristianos.
a) Núcleo Astur. Las autoridades cordobesas no dominaron por completo la zona y se limitaron a implantar un valí en Gijón para recaudar impuestos. Una negativa a pagarlos, propició una rebelión de un personaje aún enigmático: Pelayo, que emboscó en los valles de los Picos de Europa a una tropa de castigo andalusí contra él. La batalla de Covadonga se exageró sobremanera, pero sirvió para asentar un pequeño reino del Eo al Asón y de las cordillera al Cantábrico.
b) Núcleo Vascón. Los vascones quedaron en su tradicional independencia, ajenos a los sucesos históricos cercanos. 
c) Núcleo Navarro. Más al este, a las faldas del Pirineo, se forma un reino pirenaico también cristiano.
d) Núcleo Aragonés. Los valles transversales al Pirineo Axial favorecen la formación de dominios  cristianos en torno a Jaca.
e) Núcleo Catalán. El Pirineo Oriental queda controlado por los francos del norte, que forman la Marca Hispánica (reunión de condados) como tapón defensivo ante cualquier problema que pudiese sobrevenir del sur peninsular.
 

El Mediterráneo queda redistribuido en tres grandes áreas tras los cinco siglos desde la caída del Imperio Romano.
a) Occidente. Es la zona más atrasada. Los reinos bárbaros no logran reestablecer el viejo imperio latino. En este periodo Carlomagno, rey franco, intentó restableceer un Sacro Imperio Romano Germánico, pero fracasó a su muerte. Hasta alrededor del año 1000, Europa occidental sufrirá incursiones de los eslavos por el este, de los vikingos por el sur y, desde el siglo VIII por los musulmanes al sur. Sólo muy lentamente, desde el siglo XI empezará a despertar muy lentamente, libre ya de los ataque exteriores.
b) Imperio Bizantino. Desde que Teodosio dividiera en dos estados el Imperio Romano, la parte oriental, dada a Arcadio, era la más próspera y poderosa, logrando repeler los asaltos de los bárbaros, que hubieron de atacar el oeste.
En el siglo VI el emperador Justiniano I intentó, en el periodo de mayor esplendor de Bizancio, restaurar el imperio occidental. Consiguió someter casi toda Italia, el norte de África y el sur de Hispania. Sin embargo, tras su muerte empezaron varias crisis internas (como la iconoclasta o el cisma con ortodoxo con el papado de Roma) minarán esta civilización con capital en Constantinopla.
Desde este siglo XI, los musulmanes la van menguando territorialmente: pierde el Próximo Oreinte y todo el norte de África. Solo los ataques de las cruzados occidentales le salvan de su caída hasta 1453.
c) El islam. Esta civilización de religión monoteista surgirá con fuerza desde la fecha de la Hégira (año 622, huida de La Meca a Medina). El profeta Mohamed logró someter y convertir al Islam a las tribus árabes de toda la península. Tras su muerte, sus familiares (los califas vicarios) inician la expansión. La dinastía siria de los Omeya, tras acabar con el último familiar del profeta, Alí, conquista el norte de África (Magreb) y amenaza al Imperio de Bizancio, que desde entonces está a la defensiva.
 
En torno a este año 1000, la civilización cristiana occidental inicia lentamente su recuperación y expansión hasta la crisis de los siglos XIV y XV, para salir reforzada de la misma a fines del último siglo y dando fin a la milenaria Edad Media. En nuestra Península, el auge se traduce en el inicio de la expansión cristiana hacia en sur (Reconquista) y la caída del Islam peninsular.


 
De forma muy esquemática y simple exponemos el feudo o señorío medieval. Se formaron con el avance de la Reconquista. Al iniciarse una campaña de conquista de un territorio, los señores feudales, en teoría vasallos del rey, aportaban tropas a las mesnadas reales. Al finalizar las anexiones llegaba el reparto del botín, que se repartía entre los vencedores. Los territorios de realengo quedaban en poder real, otros territorios se dividían entre los nobles, y el resto se daba a la Iglesia y a las Órdenes Militares.
Los territorios de cereal se dividían para la práctica de la rotación trienal, con el barbecho y el cereal secundario. La mayoría del feudo era de la reserva señorial y trabajado por los siervos campesinos. En torno al castillo señorial y la abadía se localizaban las aldeas de los siervos y las tierras de uso comunal.
La vida en el castillo era de ociosidad para el señor, que solo se divertía con los torneos con otros nobles. Servía de refugio de campesinos en tiempos de asaltos y guerras. Por su parte quedaba la aldea, lugar de residencia del mísero campesino, recinto de vida escueta y de subsistencia.
Mayor complejidad tenía la abadía. Eran lugares de producción agraria y cultural, así como poseían una función religiosa. La basílica con el claustro adosado, en torno al cual se disponían las celdas monásticas y las celdas de la hospedería para alojar a peregrinos, era el centro principal de la vida religiosa. El taller de los monjes y las tierras labradas conjuntamente con la servidumbre, hacían de ellos importantes centros de producción. Por último, la biblioteca y la escuela para hijos de siervos, hacían de ellos verdaderos refugios de la cultura clásica grecolatina en una época tan bárbara para la cultura occidental.






Para el comentario de estos mapas seguidos remito a mis entradas del año pasado, en que inicié la elaboración de mapas históricos:
http://histocliop.blogspot.com/2011/05/ahi-van-dos-mapas-elaborados-por-mi.html
http://histocliop.blogspot.com/2011/06/mapas-de-evolucion-de-la-reconquista-la.html
http://histocliop.blogspot.com/2011/06/la-edad-media-en-mapas-y-3-la-peninsula.html

El siglo XIII la Corona de Aragón culmina su "Reconquista" peninsular. El rey Jaume I el Conqueridor ha conquistado la actual Comunidad Valenciana y las islas Baleares. Al sur del río Segura se han instalado los castellanos de Alfonso X el Sabio. La corona vive un momento de gran dinamismo y la naciente burguesía, junto a la nobleza y el trono, están interesados en continuar la serie de conquistas. Para ello, el espacio mediterráneo central y oreintal se muestra como posible lugar de expansión, así como los territorios ultrapirenaicos.
El Roselló, Sicilia, los ducados de Atenas y Neopatria, y Cerdeña, caen en manos de las tropas catalanas mercenarias -los almogávares- de Roger de Flor y Roger de Lauria. Una flota poderosa se había construido en las viejas Atarazanas barcelonesas (actuales Dressanes). Ya en el siglo XV el rey Alfonso el Magnánimo, crea en Nápoles su florida Corte. Era el cénit del poder de la Corona de Aragón, en la que años antes -Compromiso de Caspe- se había introducido la dinastía castellana de los Trastamara en persona de Fernando de Antequera.
 
SIGUIENTE ENTREGA: LA EDAD MODERNA

lunes, 24 de diciembre de 2012

BREVE ATLAS DE HISTORIA DE ESPAÑA (I): PREHISTORIA Y EDAD ANTIGUA

Publico a continuación una serie de mapas elaborados por mí. No es que sean muy buenos pero algo ilustran nuestra historia. El lector puede, si quiere, usarlos a su gusto y sin necesidad de citarme ni nada por el estilo. Son de libre y completa disponibilidad. Algunos ya han sido publicados en otras entadas del blog, pero ahora los reuno en un mini atlas de mi propia elaboración. Mis conocimientos de informática son muy limitados y tienen por ello omisiones y signos gráficos algo toscos. Nada es perfecto y todo es mejorable. Aunque los expongo aquí y ahora, en días sucesivos iré volviendo a cada entrada para escribir el texto correspondiente y sus actualizaciones. Así ire publicando una resumidísima Historia de España. También iré incluyendo otros mapas que vaya elaborando poco a poco para el internauta que llegue en cualquier momento a esta entrada. En esta primera se exponen los mapas de Prehistoria e Historia Antigua. Saludos.

1. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA PREHISTORIA





Para el comentario de estos cuatro primeros mapas de la Prehistoria, remito a mi entrada de hace un año: http://histocliop.blogspot.com.es/2011/12/la-prehistoria-peninsular.html. Hacer clic y se enlaza.

2. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD ANTIGUA
 
 

Hacia el siglo IX datan los restos arqueológicos el límite superior de la civilización tartésica, la primera propiamente histórica de nuestra península. Su forma de gobierno monárquico era muy similar a las ciudades-estado de la Edad Antigua. Su rápida caída se fecha hacia el 550 a.C. Hacia el 640 sobresale la figura del rey Argantonio. Aunque se sabe que puede estar en la ría de Huelva o en el bajo Guadalquivir, aún es un enigma su emplazamiento. Su área de influencia se calcula que se extendía desde la desembocadura del Guadiana hasta Elche. El tesoro de El Carambolo (Sevilla), con piezas de oro puro: brazaletes y collares, son de un valor incalculable. Desapareció de forma súbita. Se especula con una multicausalidad (desastres naturales, presiones políticas, etc) como la posible explicación.
Hacia el siglo VIII a.C. se produjeron los contactos con los fenicios, primeros pueblos foráneos que llegaron a la Península. Sus factorías chocaron con las formas de vida indígena, modificándola lentamente. El negocio era mutuo: los fenicios aportaban objetos elaborados y el modo de vida urbano. A cambio, los indígenas proporcionaban los mnetales demandados por aquellos. Tras las factorías de carácter provisional, surgían unos asentamientos estables (Gadir-Cádiz, Malaka-Málaga, Abdera-Adra), con inmigrantes orientales que imponían su modus vivendi en la comarca cercana. El hinterland intentaba ser lo más autosuficiente posible para no depender de las poblaciones indígenas, de lealtad más que dudosa.
La presencia griega ha sido considerada a la baja recientemente. Llegaron hacia el siglo VII a.C., pero se asentaron muy lentamente (hacia el siglo V). Su influencia fue muy intensa en la costa catalana (Emporion-Ampurias), descendiendo a medida que avanzamos hacia el sur (Hemerescopion-Denia).
Los púnicos o cartagineses eran los herederos de una colonia fenicia de Tiro asentada en Cartago, que acabaron por desplazarla. Los cartagineses ya habían nacido en África. En Ebuso-Ibiza, los cartagineses se superponen a un estrato fenicio hacia el 550 a.C. Ebuso fue la base de operaciones desde la que irradiaron su influencia hasta Gades, por el oeste, y hasta Masilia-Marsella, por el este. En en centro del área se situaba la propia Cartago.
Dentro de los pueblos prerromanos indígenas, decir que la Península era un varipinto mosaico de culturas. Se distinguen dos grandes grupos entre la amplia gama: el área ibérica (en las costas este y sur) y el área céltica (desde el extremo suroccidental peninsular hasta el norte cantábrico y la Meseta).
En el área ibérica se advierte un  proceso de iberización desde el siglo VIII a.C. Algunos grupos tribales fueron los ilergetes (Lleida), Edetanos (Sagunto, Valencia), oretanos (alto Guadalquivir), turdetanos (Andalucía occidental), con poblados defensivos (oppida) y la entida más "civilizada" de las prerromanas, bástulos o bastetanos (Basti-Baza, Granada). Tenían una economía agroganadera con buena irrigación e incipiente trashumancia. El cobre, la plata y el plomo eran su base minera. Gobernados por monarquías, contaban con una sociedad jeraquizada en torno a una clase aristocrática. Las damas ibéricas son un ejemplo de estilismo: la de Elche, la de Baza o la recientemente descubierta de Cabezo de Lucero (Alicante) estaban ricamente policromadas. También destacan los centauros como la Bicha de Bazalote (Albacete).
En el área pirenáica de ambas laderas francoespañolas, se localizan los vascones, diferenciados de los celtas y de los íberos.
El área céltica se ve poblada por incursiones sucesivas durante varios siglos de pueblos diferenciados de procedencia indoeuropea. Estos pueblos ocuparon un área desde el Pirineo occidental hasta el extremo suroeste peninsular. Algunos grupos tribales fueron los galaicos, astures, ambos con un cultura castreña de castros fortificados y formados por chozas circulares con teitos vegetales (Castro Coaña, Asturias o Santa Tecla, Pontevedra), los cántabros, los celtíberos de la Meseta oriental y el valle del Ebro (Segobriga, en Cuenca, Tiermes y Numancia, en Soria, Bilbilis-Calatayud, en Zaragoza, etc), los vacceos en el centro de la Meseta norte, los vetones (provincias de Ávila, Salamanca, Toledo y Cáceres), con los vistosos y pétreos Toros de Guisando (Ávila), carpetanos (provincias de Madrid y Toledo), y los lusitanos (ambas zonas de la fronteras hispanoportuguesa). La invasión romana acabó con un proceso interno de evolución a formas urbanas de estos pueblos agroganderos. Se gobernaban por cuadillos, como el célebre Viriato y sus tácticas de guerrillas contra enemigos superiores.

 
Tras el desembarco a finales del siglo III a. C en Emporion, aprovechando las guerras púnicas contra el cartaginés, las legiones romanas avanzaron hacia el sur, a lo largo de la costa Mediterránea. Una conquista relativamente fácil, dado el grado de civilización que tenían los íberos sometidos. Los nombres de Hispania Citerior y Ulterior, responden a cercanía (Citerior) o lejanía (Ulterior) de la metrópoli romana.
Mucho más duro fue el avance hacia el interior mesetario. Someter a pueblos como los carpetanos u oretanos obligó a mayores esfuerzos bélicos. Los sucesivos asedios de la ciudad celtíbera de Numancia, así lo atestiguan. Tras ello, el avance al oeste peninsular, el territorio de los lusitanos, liderados por el pastor Viriato, que planteó una dura guerra de guerrillas, fue el otro gran escollo. En total, someter la meseta ocupo todo el siglo II a C.
Por fin, en plena época de guerras civiles romanas, en el siglo I a. C, se hizo necesaria la presencia del emperador Octavio Augusto para reducir la cornisa Cantábrica, solaz de los astures, cántabros y vascones.
 
 
Las ciudades romanas en Hispania respondían a un modelo urbanístico planificado en torno a dos avenidas principales que se cruzan el en centro de esas urbes (cardo y decumana), cruce que coincide con el foro o centro urbano, social y administrativo. La mayoría de las grandes ciudades españolas de hoy son de origen romano, salvo el caso de Madrid (musulmán). Hispalis, Bracara, Cartago y Tarraco eran las capitales provinciales.

 
Como en cualquier imperio, los recursos del territorio colonizado se ponen al servicio de la metrópoli conquistadora, y a ello responde la planificación del territorio. Además de la aculturación de la civilización ibérica y el paulatino dominio de la romana -introducción de la religión, el derecho, la lengua latina y las manifestaciones artísticas- se debe de organizar una red de comunicaciones con la metrópoli. Las calzadas serán el elemento vertebrador peninsular. Su finalidad es doble: por un lado garantizan la major salida de recursos, como en el caso del oro berciano por la llamada Vía de la Plata, pero también tienen función miltar: la misma calzada de la Plata servía para la llegada más rápida de las legiones al noroeste peninsular ante las frecuentes rebeliones de los pueblos del norte cantábrico.



 
Tras la conquista definitiva, Roma se dispuso a organizar administrativamente el territorio, al quedar obsoleta la vieja división de Hispania Citerior e Hispania Ulterior. El emperador Octavio Augusto, implanta las tres grandes provincias y sus capitales: Tarraconense (Tarraco), Baetica (Corduba) y Lusitania (Emerita). Esta división regirá en los doscientos años de auge imperial (siglos I y II d. C).
Tras la muerte de Marco Aurelio a finales del siglo II y el inicio del lento declinar del imperio occidental en el siglo III, el emperador Caracalla (215) crea Gallaecia (Bracara), con el objetivo de establecer menores unidades administrativas para su mejor control.
Con la crisis imparable y el surgimiento de poderes locales semifeudales, cada vez más alejados del control metropolitano, los últimos siglos de la Hispania romana conocerán aún la nueva división de Diocleciano, que crea el territorio Cartaginensis (Cartago Nova) a costa de la Tarraconensis.
Obeservando el mapa puede advertirse que dichas unidades territoriales estaban articuladas por los ríos Ebro (Tarraconensis), Miño y Bajo Duero (Gallaecia) , Tajo (Lusitania), Guadalquivir (Baetica), mientras que la Cartaginensis domina las fuentes del Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir, además de articularse en torno a los ríos Júcar y Segura. 


En al ámbito extrapeninsular, Hispania, integrada en el extremo suroeste de Europa y, por tanto, del Imperio romano, sufre de lleno la crisis del siglo III, al igual que el resto de la mitad occidental, ante la inicial presión de los bárbaros, convertida en abierta invasión en el siglo V. A fines del siglo IV, el emperador Teodosio, viendo la inevitable caída del imperio occidental, decide dividir el terriotorio entre sus dos hijos: Arcadio recibía la mejor zona, la oriental, próspera y reisisten a los bárbaros, con capital en la vieja Bizancio o Constantinopla. Hispania que en manos de Honorio, que recibe el Mediterráneo Occidental, con capital en Roma. Aunque Odoacro, rey de los hérulos depone en 476 a Rómulo Augusto, último emperador romano, Hispania, desde principios del siglo V, ya es, de facto, visigótica.
Acababa la Edad Antigua y se entraba en el largo tunel del Medioevo.
 
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