sábado, 29 de mayo de 2010

LA GUERRA HISPANO-SUDAMERICANA (II): PERSONAJES PRINCIPALES

Analizamos en esta segunda entrada de la guerra hispano-sudamericana de 1866 a ocho protagonistas de la contienda. Al ver sus biografías citaremos algunos acontecimientos que ya los veremos y explicaremos en la tercera, en que veremos el desarrollo militar. Algunos de estos acontecimientos se exponen en negrita y cursiva. De momento nos acercamos a esas ocho personas, sus trayectorias vitales y políticas. Cuatro personajes peruanos y cuatro españoles. Tres presidentes peruanos, una reina española, un ministro peruano, un presidente de gobierno español y dos marinos tambien españoles. Entre ellos dos víctimas.
Juan Antonio Pezet.
Juan Antonio Pezet Rodríguez
Lima, 1809-Chorrillos, 1879.
Un presidente apaciguador
Nieto de un francés establecido en la Lima colonial de mediados del siglo XVIII, e hijo de un héroe de la independencia. Se alistó en el ejército de San Martín desde 1821. estuvo en las batallas de Junín y Ayacucho. Luchó posteriormente en la guerra contra la confederación peruano-boliviana.
En 1863 es presidente del país. Ese año se inició la escalada de incidentes que llevaron a la guerra, pues en agosto se dió el incidente de Talambó. En abril de 1864 se produce la ocupación de las islas Chinchas. En febrero de 1865 se firma el tratado Vivanco-Pareja. Finalmente en abril es expulsado ante la rebelión arequipeña de Ignacio Prado.
Pedro Díez-Canseco.
Pedro Díez-Canseco Corbacho
Arequipa, 1815-Chorrillos, 1893.
Presidente interino
Nacido en una familia criolla altoburguesa de origen español. Tuvo entre sus descendientes ilustres a su bisnieto Fernando Belaúnde Terry, presidente peruano a finales del siglo XX. En 1863 ya fue presidente interino antes de Pezet. En octubre de 1865 ataca Lima y la asalta por la Puerta de Guadalupe (actual Paseo de la República). En noviembre asaltó el palacio presidencial tras un duro combate. Al no ser beligerante abiertamente contra España, la presión popular logró deponerle y situar a Prado en la presidencia. En 1868 volvió a ser presidente unos meses.
Mariano Ignacio Prado.

Mariano Ignacio Prado Ochoa
Huánuco, 1826-París, 1901.
El presidente de la guerra
Expulsado del ejército por sus críticas políticas, llegó a ser diputado por su provincia y luego prefecto de Arequipa en 1858. Se sublevó en Arequipa contra el tratado Vivanco-Pareja el 28 de febrero de 1865. El dos de mayo de 1866 era el opresidente de la nación. En 1868 dimitió. Volvió a la presidencia en 1876 y tuvo que hacer frente a otra guerra: la chileno-peruano-boliviana. En pleno desarrollo de la guerra viajó a París a comprar material de guerra para el maltrecho ejército peruano ante un Chile mucho más poderoso. Nicolás Piérola le derroca en la ausencia. Tres de sus hijos murieron en la guerra contra Chile.
José Gálvez
José Gálvez Egúsquiza
Cajamarca, 1818-El Callao, 1866.
La víctima ilústre del Perú
Destacó como filósofo y psicólogo. En 1855 es rector del célebre Convictorio de San Carlos, donde realizó reformas educativas importantes. También llegó a ser decano del Colegio de Abogados de Lima. En 1865 es secretario de guerra. En ese puesto organizó las defensas ante el ataque español. Una bomba española destruyó la Torre de La Merced, el día del combate del dos de mayo de 1866.
Isabel II
Isabel II de Borbón
Madrid, 1830-París, 1905.
La reina castiza y fuera de épocaReina mediocre y tan impopular como su padre Fernando VII. Manejada por una camarilla corrupta. Tuvo una educación cultural deficiente y una vida personal de desgracias: boda con un homosexual, expulsión de España con 38 años en 1868, muerte temprana de su hijo, el rey Alfonso XII, y muerte en el exilio parisino. hasta los trece años fue regentada en su minoría de edad: 1833 a 1844. Entre 1844 y 1868 se dió su reinado efectivo. A pesar de todo fue un reinado con gran auge económico y en el que desmonta el Antiguo Régimen y se asientan las bases del desarrollo industrial. Desde 1866 se quiebra ese desarrollo y se descompone su reinado, cayendo en 1868.
La política exterior intentó acompasarse al imperialismo de esos años que se daba en la Europa burguesa e industrial: guerra en Marruecos, entrada en Guinea Ecuatorial, recuperación de Santo Domingo, expedición al Vietnam, expedición al México de Juárez y, finalmente la guerra del Perú y Chile. Una pol´ñitica exterior engañosa pues estaba muy supeditada a la Francia de Napoleón III.
José Manuel Pareja
José Manuel Pareja y Setién
Lima, 1813-Valparaíso, 1865.
El marino fracasado y la ilustre víctima españolaNació en la Lima colonial al ser hijo de un militar español allá destinado. Ya en España, ingresó en 1827 como guardiamarina en Cádiz. A bordo del buque escuela de la Armada española recorrió el mundo. Sus acciones bélicas se iniciaron en la Primera Guerra Carlista atacando los puertos cantábricos: Irún, Fuenterrabía, Zarauz, Deva, Ondárroa y Santoña. En 1843 bombardeó Cádiz en su lucha contra Espartero. Más tarde fue destinado a La Habana.
En 1864 es ministro de marina y ese mismo año sucede a Pinzón en sus negociaciones con Perú. Ocupa el mando de la fragata Villa de Madrid. Firmó el tratado Vivanco-Pareja en enero de 1865 en dicho buque frente a las costas de El Callao. El 26 de noviembre de dicho año se produjo la pérdida de la goleta Covadonga, lo cual le sumió en una depresión que le llevó al suicidio.
Leopoldo O´Donnell
Leopoldo O´Donnell
Santa Cruz de Tenerife, 1809-Biarriz, 1867.

El emprendedor de aventuras coloniales
De origen irlandés, en la I Guerra Carlista tuvo su fama: la terminó como teniente general. Sin embargo, su relación con Espartero no fue buena, por lo que hubo de exiliarse en 1840 en Francia. En 1841 participó en la intentona fracasada de golpe protagonizada por Diego de León. Por fin volvió a España en 1844 ante el triunfo de los moderados y la expulsión de Espartero. Militar "veleta" pues tan pronto se iba con los moderados como con los progresistas a través de su partido "árbitro": la Unioón Liberal. Entre 1858 y 1863 es su gran época de presidente del Gobierno, con el auge económico y la política exterior expansiva. Tras el paréntesis de Narváez, vuelve al poder en 1865 y debe hacer frente a la guerra. Un mes después del bombardeo cayó en desgracia ante la reina y se exilia a Francia, donde muere al año siguiente.
Méndez Núñez
Casto Méndez Núñez
Vigo, 1824-Pontevedra, 1869
El obstinado y romántico vencedor
Muy joven ingresa en la Armada en El Ferrol. En 1842 desembarcó en la isla ecuatoguineana de Fernando Poo. Intervino en Roma en defensa del Papa ante un motín contra Pío IX. Sirvió en La Habana contra el contrabando y la piratería residual. En 1855 es funcionario eficiente en el Ministerio de Marina. Por su valía fue destinado a Filipinas a defender sus costas ante piratas chinos, persiguiéndoles hastas sus reductos. En 1862 rescató a una tropa española en Santo Domingo.
En 1864, ante la crisis sudamericana, recibe el mando de la Numancia, la gran nave adquirida a Francia. En el Pacífico acorraló a la flota chilena en Abtao, bombardeó Valparaíso y, en El Callao, bombardeó sus torres artilladas sin perder ninguna nave. En 1867 rechazó el ascenso a teniente general que le propuso la reina. Al fallecer, tras ser enterrado en su tierra gallega, en 1883 pasó al Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando.

Eusebio Salazar y Mazarredo

Eusebio Salazar y Mazarredo
Castro Urdiales, 1827-Madrid, 1871

Un diplomático imprudente y poco "diplomático"
Hijo de oficial de la Armada hizo su carrera diplomática. Con apenas 20 años, en 1847, era agregado en la embajada española de Lisboa. Más tarde fue sucesivamente destinado a Nápoles, Costa Rica y Nicaragua. Vuelto a España fue elegido diputado por Laredo en 1857, deshaciendo casi todas las reformas del Bienio Progresista. Buscó reforzar el ejército para recuperar el puesto de España en el mundo.
Volvió a la carrera diplomática en 1863 con destinos sucesivos en Estados Unidos, Bolivia y Perú. Apoyó la ocupación por la flota del almirante Pinzón de las islas Chincha, las islas guaneras del Perú. Salazar y Mazarredo tuvo un atentado en junio de 1864, lo que le hizo huir del país.
Vuelto a España colaboró con el diario conservador La Época. Tras la revolución de 1868 apoyó la candidatura de Fernando de Coburgo al trono español. En su libro La cuestión dinástica defendía la recuperación de Gibraltar por medios pacíficos y la Unión Ibérica entre España y Portugal.
Falleció en su casa de la calle Hortaleza de Madrid, el 19 de febrero de 1871.

domingo, 16 de mayo de 2010

LA GUERRA HISPANO-SUDAMERICANA (I): INTRODUCCIÓN

El día 2 de mayo de 1866 una flota española bombardeaba las torres artilladas de El Callao. La fortaleza dieciochesca del Real Felipe volvía a ser testigo de un enfrentamiento entre españoles y peruanos. Cuarenta años años después, dos españoles, gallegos ambos, mandaban las fuerzas españolas. Dos luchas enconadas. En enero de 1826 se rendía dicha fortaleza defendida por el lucense Rodil, tras un largo y penoso asedio, poniendo punto y final a trescientos años de virreinato español. Tras esa rendición, cuarenta años y poco más de tres meses después, en el mismo lugar, el pontevedrés Casto Méndez Núñez, tenía otro enfrentamiento con Perú. Rodil en servicio al rey Fernando VII, y Núñez sirviendo a la hija de aquél rey: Isabel II.
En viajes a Perú descubrí con detalles una guerra que apenas tiene interés en la historiografía española. Esa guerra la conocía por detalles mínimos. Una céntrica y concurrida plaza madrileña lleva el nombre de Callao, en relación a esa guerra. Miles de transeúntes diarios pasan por ese lugar sin saber la mayoría de ellos el porqué de ese nombre. A lo sumo sabrán que es el nombre de un puerto peruano cercano a Lima. Los libros de historia españoles lo toman como una demostración de fuerza ante el Perú. De igual modo, los peruanos toman esa guerra como una victoria aplastante frente a los españoles y se extrañan que esa gran plaza madrileña lleve ese nombre.
En una serie de cinco entradas intentaré exponer esta guerra inútil, fruto de aquél tiempo de honores románticos y de incomprensiones mútuas. La última analizará una novela del tema desde el punto de vista de los protagonistas españoles: el episodio nacional galdosiano La vuelta al mundo en la Numancia.
Cuadro de la batalla de El Callao.
El Perú a mediados del siglo XIX.
Tras el fracaso de la confederación peruano-boliviana en 1839 con la derrota de Santa Cruz, nacía la República de Perú. Tras unos años de marasmo económico como consecuencia de unas duras guerras de independencia, a mediados del siglo había empezado cierta normalidad socio-política. Era una economía dependiente del capital británico como el resto de las jóvenes repúblicas iberoamericanas recién emancipadas.
La riqueza del guano como fertilizante agrario para el mercado internacional, la tenía el Perú en las islas Chinchas, al sur de Lima. Los ingresos fueron fabulosos tras la firma del contrato en 1849 con la británica Casa Gibbs. Como economía dependiente, estas riquezas no tuvieron influencia en las clases populares. La oligarquía criolla era la beneficiaria. El ambiente popular era aún de resaca por la independencia y de cierta animadversión hacia la vieja metrópoli. Los medios oficiales no tanto, y buscaban un arreglo con el gobierno de Madrid.
Quedaba pendiente el pago de la indemnización reconocida a España por los costes de las guerras emancipadoras. Los gobiernos estaban decididos a su pago a cambio de algo que España no accedía: el reconocimiento formal de la independencia peruana.
En 1863 acabó el mandato del presidente Ramón Castilla. Las elecciones las ganó el militar San Román, aunque será su vicepresidente Pezet el que subiría al poder. El 14 de abril de 1864 una flota española ocupaba las islas Chincha como represalia ante la falta del pago de las indemnizaciones. Se calentaba el ambiente guerrero.
España a mediados del siglo XIX.
Tras la muerte de Fernando VII en 1833, el país se sumía en una cruel guerra civil dinástica (Guerra Carlista) entre 1833 y 1839. Como las repúblicas americanas también se debatía entre pronunciamientos militares. Las destrucciones de las guerras contra Francia aún seguían sin resolverse. Hacia los años cuarenta el país lograba ir sentando las bases de la modernización económica, aunque también era un país dependiente y controlado por los capitales franco-británicos. A nivel político la reina Isabel II logra asegurar el trono.
Contrariamente al movimiento popular iberoamericano que buscaba el reconocimiento de su independencia, los gobiernos españoles aún se resistían a esos reconocimientos. Desde 1856 los liberales moderados dominan el poder. El general O´Donnell lograba gobernar un país con cierta bonanza económica durante diez años (1856-1866). Asegurada la estabilidad por esa coyuntura favorable, tuvo una politica exterior agresiva. En realidad lo que buscaba desesperadamente era una demostración de que el país aún estaba ahí, en unos años en que se gestaba la época del gran imperialismo europeo del último cuarto del siglo XIX.
Como país dependiente de Gran Bretaña económicamente, la Francia de Napoleón III le influenciaba políticamente. Como emulador del vecino del norte, el gobeirno español tuvo aventuras militares en Indochina, Marruecos, México y Santo Domingo, aventuras muy mal vistas en América.
En 1863 acaba el período de gobierno de O´Donnell. Una camarilla de ministros corruptos e incompetentes gobernaba con la reina Isabel. Sube a la presidencia del gobierno el también militar Narváez, el llamado "Espadón de Loja", hombre duro y muy autoritario. En su período de gobierno se dió la dura represión de motines agrarios y de cualquier oposición a su persona. También se produjo la ocupación de las islas Chinchas. Un año después reprimía duramente una manifestación estudiantil en Madrid con nueve muertos y unos cien heridos, en la tristemente célebre Noche de San Daniel (10-V-1865). En plena escalada de tensión bélica, vuelve al poder O´Donnell, que gestionará esta guerra.
Entre 1864 y 1866 una serie de incidentes y de incomprensiones mútuas llevaron a esta triste miniguerra que retrasará casi veinte años la definitiva reconciliación de España con sus ex colonias, a pesar de que esos años aún conservaba en el continente americano Cuba y Puerto Rico, cuyas emancipaciones siguieron un rumbo diferente al modelo continental.