MAPA DEL ESTRECHO DE GIBRALTAR
ESTRECHO DE GIBRALTAR
La foto está tomada desde Tarifa. Al fondo se aprecia la cercana costa marroquí.
Marruecos es un país que no deja indiferente a cualquier viajero español que cruce sus fronteras. Desde la costa sur gaditana se divisa tan cercano y tan lejano a la vez. Diez kilómetros de distancia en línea recta separan ambas orillas. Algeciras, Tarifa, Playa de Bolonia......frente a Tánger, Alcázar Seguer o la Ciudad Autónoma de Ceuta; ambas orillas se divisan recelosas. Dos países muy unidos por su historia y sus relaciones tormentosas a lo largo de ella, ya sea en la época romana, visigoda, musulmana o actual.
Cualquier viajero que cruza por el estrecho de Gibraltar tiene la sensación de cruzar un umbral muy lejano pero, cercano a la vez. Si atraviesa en ferry hasta Ceuta, aún tiene ante sí un territorio africano de mentalidad europea, un pie de Occidente en África. El paso de la aduana es de lo más impactante. Entrar por la aduana ceutí, o por la de Melilla es toda una experiencia cuando se hace por primera vez. Todo un trajín de contrabandistas, turistas, trabajadores de ambos lados de la valla de alamabres, dan un espectáculo original. Es el contacto entre dos mundos en pocos metros de distancia. A sí mismo, entrar a Marruecos por Tánger es disfrutar de la travesía del estrecho y sus panorámicas espectaculares.
El norte marroquí, antiguo protectorado español, conserva aún un encanto del pasado, lejos del turismo convencional que lleva a otras zonas marroquíes: Asilah, Larache, Chefchaouen o Xauen, Tetuán, Alhoceima -capital del Rif-, Ketama, el cabo de Tres Forcas, Nador, la española Melilla, o las proximidades ya a la frontera argelina en Oujda.
Poco más al sur, Fez o Mequinez, ciudades históricas marroquíes de gran valor histórico artístico, nos adentran ya en el antaño protectorado francés de Marruecos, complemento del español.
¿Cómo es la historia de este país que tan cerca tenemos y que tanto ignoramos? Poco a poco iremos descifrando esa historia.
Cualquier viajero que cruza por el estrecho de Gibraltar tiene la sensación de cruzar un umbral muy lejano pero, cercano a la vez. Si atraviesa en ferry hasta Ceuta, aún tiene ante sí un territorio africano de mentalidad europea, un pie de Occidente en África. El paso de la aduana es de lo más impactante. Entrar por la aduana ceutí, o por la de Melilla es toda una experiencia cuando se hace por primera vez. Todo un trajín de contrabandistas, turistas, trabajadores de ambos lados de la valla de alamabres, dan un espectáculo original. Es el contacto entre dos mundos en pocos metros de distancia. A sí mismo, entrar a Marruecos por Tánger es disfrutar de la travesía del estrecho y sus panorámicas espectaculares.
El norte marroquí, antiguo protectorado español, conserva aún un encanto del pasado, lejos del turismo convencional que lleva a otras zonas marroquíes: Asilah, Larache, Chefchaouen o Xauen, Tetuán, Alhoceima -capital del Rif-, Ketama, el cabo de Tres Forcas, Nador, la española Melilla, o las proximidades ya a la frontera argelina en Oujda.
Poco más al sur, Fez o Mequinez, ciudades históricas marroquíes de gran valor histórico artístico, nos adentran ya en el antaño protectorado francés de Marruecos, complemento del español.
¿Cómo es la historia de este país que tan cerca tenemos y que tanto ignoramos? Poco a poco iremos descifrando esa historia.
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