lunes, 14 de junio de 2010

LA GUERRA HISPANO-SUDAMERICANA (III): EL PASO A LA GUERRA

Origen del problema que llevó a la guerra: la indemnización a España
El 2 de agosto de 1831 la joven República del Perú reconoce que tiene que pagar una indemnización al Reino de España en concepto de la Guerra de Emancipación. En 1850 se acepta pagar dicha indemnización siempre que España reconociese al Perú como país independiente. Si el gobierno de Madrid hubiese accedido a esta petición es posible que las relaciones entre ambos países y el resto de repúblicas latinaomericanas hubiesen seguido otros cauces mucho más amigables y en fechas más tempranas. Este no reconocimiento, y en esas fechas en las que se iniciaba el neo-imperialismo europeo, coincidió con la necesidad de afirmación de la conciencia nacional de esos países que llevaban entre treinta y veinticinco años independientes.
La expedición científica
El 10 de agosto de 1862 zarpaba de Cádiz una expedición científica hacia Sudamérica. El 6 de octubre anclaban en Río de Janeiro. El 6 de diciembre lo hacían en Montevideo, puerto donde se les une la nave de guerra Covadonga, mandada por Hernández Pinzón, descendiente de los míticos Pinzones colombinos. El 9 de mayo llegaban a Valparaíso. El 10 de julio atracaban en El Callao (Lima).
Pinzón era un personaje altanero y grosero, el cual no supo digerir el no ser recibido por el gobierno peruano. Zarpan a México y, de allí, regresan al Perú.
El incidente de Talambó
En 1859 América Latina estaba ya recibiendo inmigrantes europeos y de otros continentes para poder iniciar la explotación de sus inmensos territorios y riquezas naturales. Miles de europeos, tanto del norte anglosajón, como del sur mediterráneo, abandonan sus vidas míseras, víctimas de la revolución industrial, para buscar el sueño americano.
En este contexto y en ese año, el gobierno peruano autoriza a M. Salcedo, propietario de la finca de ese nombre, a contratar agricultores españoles para sus propiedades. En julio de 1859 llegan a la finca. Hubo un altercado grave que acabó con un muerto español y varios heridos. El entonces presidente Pezet promete justicia e inicia una investigación. La prensa española caldea el ambiente.
El gobierno isabelino envió a un personaje singular: Eugenio Salazar y Mazarredo, también un prepotente. En su fuero interno tenía el objetivo de anexionar las islas Chinchas (ya indicamos que ricas en guano) para cambiarlas con Gran Bretaña por el peñón de Gibraltar. Ni más ni menos el descabellado plan del personaje.
Hasta aquí la postura peruana es colaboradora aunque poniendo sus condiciones, tanto en el pago de la deuda como en la investigación del incidente de Talambó. La postura española, sin embargo, aún puede verse su actitud semi colonialista. No se había digerido la independencia como hecho consumado y sin posible vuelta atrás.
Los virajes hacia la guerra
En enero de 1864, nuevamente el gobierno peruano, como sucedió con Pinzón, se niega a reconocerle. Herido su orgullo, logró convencer a éste para que ocupase las dichas islas guaneras, sitas al sur de Lima, frente a la península de Paracas. La ocupación se llevó a cabo el 14 de abril de ese mismo año de 1864. Serían usadas las islas como moneda de cambio para el pago de la deuda y del castigo a los culpables de Talambó.
La ocuapación de esas islas, fuente de riqueza para el Perú, desató la indignación del pueblo peruano, el cual pide la guerra ya. Otros países también reaccionaron de forma indignada. Una solidaridad popular latinoamericana se desató es esa década en la que las potencias europeas y también España, tímidamente, parecía que querían entorpecer la independencia anterior. En realidad los europeos intentaban un imperialismo indirecto, en ningún caso una "reconquista". Las noticias no empujaron, de momento a los gobiernos, los cuales buscaban un arreglo pacífico.
Recordemos que la monarquía isabelina realizaba una política exterior muy activa: Marruecos, Santo Domingo, México, Guinea Ecuatorial, Vietnam. a veces en soledad, a veces en sumisión a las otras potencias, en general a la Francia del III Imperio de Napoleón. En ese contexto regresa a España Salazar y Mazarredo en julio de 1864. Azuza el ambiente al declarar que ha sido víctima de un intento de envenenamiento. En ese momento el pueblo peruano presiona al gobierno tranquilo peruano.
El gobierno isabelino envía al almirante Pareja. Como ya sabemos, limeño de nacimiento. En Chile murió su padre, en la guerra de Emancipación. Este personaje, a diferencia de San Martín en su momento, no tenía ningún lazo con América. Todo lo contrario, parece ser que iba a Latinoamérica a vengar al muerte de su padre.
La escuadra española en ese momento la componían los buques Numancia, Resolución, Almansa, Vencedora, Blanca de Castilla, Berenguela, Villa de Madrid y Covadonga. Curiosamente, la Armada española era aún importante. Tras las de Gran Bretaña o Francia, tenía gran potencia en Europa. Se estaba superando en algo las pérdidas de inicios del siglo. Los buques peruanos eran el Huáscar y el Independencia.
El caldeado ambiente aún explotó mas al firmarse frente a El Callao el llamado Tratado Vivanco-Pareja. El general peruano y el almirante español firmaron el acuerdo por el que se accedía a las peticiones españolas sin la previa devolución de las islas Chinchas. La población peruana lo consideró una humillación. Cuando parecía que las cosas iban a solucionarse, un desembarco de marineros españoles en El Callao, provocó una agresión contra los mismos, muriendo unos de ellos. El presidente Pezet accedió a indemnizar a la viuda.
Al poco, los acontecimientos se precipitan: un golpe de estado surge en Arequipa, con el que Pezet cayó del poder. El nuevo gobierno no acepta el tratado y se vuelve a la tensión. En Chile sucedió algo similar: el pueblo rebasa la quietud gubernamental. También cayó dicho gobierno chileno. Un sentimiento de solidaridad popular interamericano recorre algunas repúblicas.
El 24 de septiembre de 1865 Chile declaró la guerra a España. El 13 de diciembre lo hacía Perú. Las cosas se complican al recibirse las declaraciones de guerra de Ecuador y Bolivia el 14 de enero de 1866.
Se iniciaba una guerra estéril e inútil sin beneficios para ninguna de las partes beligerantes. La guerra duraría hasta 1871 y 1885, según se firmase la paz con las cuatro repúblicas.

9 comentarios:

Cayetano dijo...

¡Qué estériles y costosas las guerras emprendidas por la corona española para recuperar unas colonias que se le escapaban de las manos! Una considerable pérdida de tiempo, dinero y prestigio de una monarquía, la de Isabelona, que se iba a pique.
Curioso el dato que aportas sobre la escuadra española, todavía potente. Pensaba yo que tras el desastre de Trafalgar aún no se había recuperado del todo el poderío naval, aunque bien mirado había pasado ya medio siglo largo.
Una entrada muy didáctica la tuya que cubre aspectos poco conocidos de aquellos años.
Un saludo.

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

desde luego que forma más tonta de ir a la guerra... la armada se habría recuperado, pero la diplomacia brillaba por su ausencia... con más tacto y menos testiculina hubiéramos salido ganando todos... sobre todo porque en una guerra los palos se los llevan los de siempre.

Juan dijo...

Hola Cayetano y José Luis. Pues sí, en efecto, una guerra inútil. ¿Hay alguna útil?. La Armada española no tuvo su final en Trafalgar como suele pensarse. Su final fue su pudrimiento en la guerra de la Independencia de la inactividad. Al acabar la guerra llevó soldados a América. Pero hacia 1820 estaba ya inútil y fue necesaria la estafa que nos hicieron los rusos en 1820. Hacia mediados del siglo XIX estaba aceptable, aun que muy por debajo de la francesa o británica. Ya veremos en entradas posteriores de este tema como tenía una buena operatividad en esta guerra, a pesar de las dificultades.
En efecto José Luis, los palos se los llevan los de siempre: 47 marinos españoles muertos por la brabuconada del gobierno español y su testiculina.
Gracias a los dos. En breve expondré los temas bélicos propiamente dichos y una entrada sobre el Episodio galdosiano correspondiente, para terminar con unas reflexiones finales.
Saludos.

Ccasconm dijo...

¿De nmodo que un descendiente de los míticos Hermanos Pinzón se dejó caer en una nueva expedición por América? ¡Qué curioso!

En cuanto al incidente de Talambó me suena al jaleo que montó esa mezcla entre empresario y timador con los puestos de trabajo chollo en Dubai hace muy poco tmepo. Menos mla que ahora somos "civilizados" y no pasó nada, dentro de los reseñable, claro.

Un saludo

J. Eduardo V. G. dijo...

Buscando algo de Vinuesa "El cura de Tamajón", he llegado hasta este blog, del que me hecho seguidor pues me gusta la historia.
Con tu permiso le pongo en el mío, "Crónicas de Torrelaguna", en la parte de blogs que sigo. El blog es de historia local de Torrelaguna, pueblo de la provincia de Madrid, lo de local es un decir, pues partiendo del pueblo se esparce por el mundo.
Si puedes hecharle un vistazo seria un honor.
Gracias y saludos.

Freddy Gómez dijo...

Hola Juan. Buena la reseña. En la escuadra peruana hay que añadir a los buques Apurímac, América y Unión, que participaron en el Combate de Abtao.

Saludos desde Lima.

Juan dijo...

Hola Carmen, pues sí, para que veas cómo casi cuatrocientos años después un Pinzón iba a las Américas haciendo de las suyas.
Gracias por tus comentarios.
Un beso.

Juan dijo...

Hola señor de Torrelaguna. El placer es doble para mí, porque me encanta que te guste mi blog, y porque me gusta el tuyo también, pues tu pueblo lo conozco bien, pues me gusta ir a Torrelaguna mucho desde siempre. La sierra de Madrid me fascina y he hecho caminado el GR-10 que pasa por Torrelaguna. Por cierto tienes una pastelería muy buena en la calle peatonal que lleva a la Iglesia, no menos bonita también.
Saludos madrileños para Torrelaguna.

Juan dijo...

Gracias Arturo por la información, la cual me vendrá bien para redactar la entrada de la guerra, tanto en Abtao como en El Callao. Siempre es grato comentar contigo.
Saludos desde Madrid para Lima.