jueves, 3 de noviembre de 2011

UN PASEO POR EL MADRID DE CARLOS II A TRAVÉS DE OCHO EDIFICIOS Y TRES ARTISTAS (1ª PARTE))

Entrada en atención al bloger Carolus Rex y a su petición de entradas monográficas en el aniversario del último rey de los Austrias.

UN PASEO POR EL MADRID DE CARLOS II
A TRAVÉS DE OCHO EDIFICIOS Y TRES ARTISTAS

El algo más del tercio final del siglo XVII que ocupó el reinado de Carlos II (1665-1700), dejó su importante huella en la Villa y Corte de Madrid. Vamos a describir un paseo circular por el actual Distrito Centro o casco histórico de la ciudad. Lo vamos a dividir en tres etapas que se pueden hacer en una mañana o una tarde de tranquilo caminar. En cada paseo vamos a ver edificios y calles de diferentes épocas de la historia matritense. Los citaremos muy de pasada, pues la extensión desbordaría esta breve reseña sobre el reinado de Carlos II. Por ello hemos seleccionado ocho edificios realizados casi en su totalidad entre esos años finiseculares. Los paseos se inician en la Plaza de la Villa y siguen en dirección contraria del reloj hasta la Plaza de las Comendadoras. Desde la última plaza se puede cerrar el círculo por donde se inició (si se ha iniciado desde otro punto) o, por el contario, dar por acabado el paseo.

Mapa del cartógrafo portugués Pedro de Teixeira, 1656.

LA ARQUITECTURA DEL BARROCO MADRILEÑO EN EL SIGLO XVII
La arquitectura del segundo gran estilo de la Edad Moderna es la gran desconocida y la gran despreciada, acusada de excesiva ornamentación, de ser la base propagandística de la Contrarreforma religiosa, de ser el arte decadente frente al arte del espíritu humanista del Renacimiento, etc. En el Madrid del reinado de Carlos II se puede apreciar un nexo de unión de la evolución del estilo.
Una primera etapa evolutiva se distingue en los años 60 del siglo, acabando el reinado de Felipe IV. Aún se notan en la ciudad los influjos últimos del estilo neo-herreriano del arquitecto Juan Gómez de Mora, discípulo aventajado del ya lejano en el tiempo, Juan de Herrera. Esta estética rígida, geométrica y sin apenas decoración, pertenece al arte barroco, no tanto ya por su escasa decoración como por ser el preferido en el reinado de Felipe III, más acorde con la religiosidad de la Contrarreforma. La Casa de la Villa, iniciada bajo Felipe IV, se acaba en el reinado de Carlos II y tiene aún esa impronta neo-herreriana. Sus edificios palaciegos o religiosos se caracterizan, grosso modo, por:
- Escasez de decoración: sus simples muros de ladrillo rojo, material pobre, se realzan en piedra como disimulo, pero solo en los cimientos y esquinas. La decoración se completa con escudos, hornacinas con santo y cajas de mampostería vista, tan típicas de la arquitectura del centro español, incluso en la arquitectura popular.
- Clasicismo como telón de fondo: al no haber concesiones a la decoración excesiva, el geometrismo escurialense se siente en sus frontones triangulares, que coronan la fachada principal de los templos y en las ventanas rematadas en triángulo o en semicírculo.
- Bóvedas encamonadas y chapiteles: la pobreza de materiales, dada la larga crisis económica secular, hace que las cubiertas de madera y yeso sean disimuladas con esas bóvedas frágiles de grandes dimensiones, recubiertas con pizarra, la cual se percibe especialmente en los chapiteles apuntados de sus cuadradas torres de esquina que tienen el inconfundible sello escurialense.
En los años centrales del reinado se nota una segunda etapa evolutiva. La decoración se va haciendo ya más presente, aunque aún no es excesiva. La iglesia de San Cayetano podría ser uno de sus ejemplos. El rigor geométrico va cediendo su paso a las formas curvas, a las grandes pilastras de las fachadas, con los capiteles más decorados, etc. Algunos autores hablan de un “barroco castizo madrileño”, pobre, provinciano y vulgar para estos años centrales. También la iglesia de la VOT tiene ya una impronta barroca más propia de ese estilo más “dinámico” y en expresión del movimiento.
Ya en los últimos años del reinado, con la recuperación clara de la vitalidad del país, cuando se empieza a vislumbrar lo que sería el ciclo expansivo del siglo XVIII (1680-1788), se puede hablar de una nueva y tercera etapa evolutiva. En estos años finales el templo de Montserrat anuncia la transición al barroco de Felipe V o tardo-barroco, el de los miembros de la familia Churriguera, o el del arquitecto municipal Pedro de Ribera. Un barroco exageradamente decorado y ya en pleno canto del cisne, que anuncia la llegada de un nuevo estilo: el Neoclásico, arte postrero de la Edad Moderna.
Un patrimonio arquitectónico muy representativo de nuestra ciudad, en plena evolución y dinamismo como aún joven capital de los reinos hispánicos, tras un siglo ejerciendo como capital de la Monarquía Hispánica.

PRIMER PASEO:
DE LA VIEJA CASA DE LA VILLA
AL HOSPITAL DE LA VENERABLE ORDEN DE TERCERA (VOT)
En un kilómetro de paseo observamos tres edificios representativos. Desde la Plaza de la Villa a la Calle de Bailén: del corazón de la villa al límite suroccidental de la misma.
Iniciamos el recorrido desde la tranquila, apacible e histórica Plaza de la Villa. Siempre fue el lugar municipal por excelencia hasta la segunda década del siglo XXI, en que el Ayuntamiento se ha trasladado a la Plaza de Cibeles. La Casa de Cisneros y la Torre de los Lujanes acompañan a la vieja Casa de la Villa o Ayuntamiento de Madrid desde el siglo XVII, pues desde la conquista cristiana de Madrid a finales del siglo XI, el concejo se reunía en la desaparecida iglesia del Salvador, en cuyo solar se levanta un edificio municipal del siglo XIX, ya en la calle Mayor.

EDIFICIO 1: La Casa de la Villa
La Casa de la Villa fue proyectada por Juan Gómez de Mora y destinada, además, a ser cárcel municipal. El proyecto data de 1629, aunque las obras no comenzaron hasta 1644. A los cuatro años (1648) muere Gómez de Mora, por lo que las obras se dilataron hasta 1695. Bartolomé Hurtado es uno de los arquitectos participantes en sus obras. Ya en el siglo XVIII Juan de Villanueva reformó su fachada a la calle Mayor. Destaca un amplio patio interior, muy bellamente decorado con los bustos de madrileños ilustres de los siglos XVI. Igualmente, el Salón de Plenos cuenta con un magnífico techo decorado con un fresco de Antonio Palomino (1692) representando una alegoría de la Monarquía, cuyo fin era exaltar la figura de Carlos II que aparece representado en un medallón, a modo de óculo abierto al cielo.

 Casa de la Villa, antiguo Ayuntamiento de Madrid.


Salón de Plenos del viejo Ayuntamiento.
(Foto cortesía del blogger Carolus Rex)



Por la calle Mayor, tras caminar unos 200 metros, llegamos al edificio de la Capitanía General de Madrid. Junto a ella, frente al bello palacio que alberga la Casa de la Cultura de Italia, se encuentra la Iglesia Castrense o del Sacramento, en cuya delantera un monumento recuerda a las víctimas del atentado a Alfonso XIII en día de su boda en la primavera de 1905.

EDIFICIO 2: Capitanía General de Madrid (Palacio del Duque de Uceda o de los Consejos)
Su origen está en el proyecto de Francisco de Mora en 1610, aunque al fallecer le sucede su sobrino Juan Gómez de Mora, cuya muerte también vuelva a dejar inconclusa la obra. En 1679 la continúan Felipe Sánchez, Bartolomé Hurtado y Francisco Herrera el Mozo. Las obras acabaron en 1685. Se trata del típico palacio madrileño del siglo XVII, muy similar al Palacio ducal de Lerma, cercano a Burgos. Contaba con cuatro torres esquineras con chapitel, las cuales se perdieron posteriormente. Algunos autores dicen que fue por un incendio. En el residió varios años la Reina Madre, Mariana de Austria. Su propietario, tras ser partidario de Felipe V, se pasó al bando austracista del archiduque, por lo que pasó al monarca, el cual estableció allí la sede de sus Consejos de gobierno. Hoy es sede militar y sede del Consejo de Estado.

Capitanía General de Madrid. Palacio del Duque de Uceda o de los Consejos.

Por la Calle de Bailén vemos el Palacio de Oriente (el núcleo originario del Mairit musulmán, con su alcázar Taifa, luego de los Austrias y ahora palacio dieciochesco de los Borbones), y la novísima catedral de la Almudena. Atravesamos el viaducto de la Calle de Segovia, desde el que disfrutamos de buenas vistas de la lejana Sierra de Guadarrama, la Casa de Campo, las torres y cúpula lejanas de la colegiata de San Isidro, las casas decimonónicas, etc. Llegamos a la VOT tras pasar por San Francisco el Grande. A la derecha de la calle se atisba el templo, tras pasear unos 800 metros.

EDIFICIO 3: Hospital e Iglesia de la Venerable Orden de Tercera (VOT)
El hospital fue destinado a los cofrades de la VOT, orden muy prestigiosa en la época, cuyos miembros eran mitad seglares, mitad clérigos. El hospital fue construido entre 1679 y 1686, siendo su autor Marcos López, ayudado por Bartolomé Hurtado. La iglesia se construyó entre 1693 y 1699. La fachada, con entrantes y salientes, es ya barroca plena, con frontón semicircular partido, dando un aire “borrominesco”. La bóvedas del interior del hospital están decoradas con frescos de Teodoro Ardemans y Tomás García (1683), además destaca la presencia de un busto en mármol de don Juan José de Austria, obra de Nicolás de Bussy.

Portada del Hospital de la VOT.

PRIMER ARQUITECTO: BARTOLOMÉ HURTADO GARCÍA
Parla, 1620 / 1698.
Fue arquitecto de Felipe IV y de Carlos II. Participó en la construcción de la Casa de la Villa, el Convento del Sacramento, ciertas obras en el Alcázar de Madrid y la Cárcel de la Corte (actual Palacio de Santa Cruz). Trabajó en la provincia de Madrid, en la Iglesia del pueblo de Navacerrada y en su propia casa de recreo de Parla.

SEGUNDO PASEO:
DEL HOSPITAL VOT AL CONVENTO DE LAS CALATRAVAS
Continuamos el paseo circular por el sur y el este de la vieja Villa. Atravesamos los llamados “barrios bajos” o de clases populares. También se conoce como Lavapiés. Luego nos adentramos en el barrio de Las Musas o de “Huertas”, su nombre turístico y de ocio de pubs y cafés. Seguiremos por el barrio de Las Cortes para llegar a la Calle de Alcalá. El paseo es ya más largo: mide un total de casi tres kilómetros desde Bailén. Veremos tres edificios destacados de la época.
Caminamos ahora por el llamado -a efectos turísticos- Madrid de los Austrias propiamente dicho. Tras salir del Hospital de la VOT tomamos las calles del Ángel, Tabernillas, Plazuela de la Cebada, Maldonadas y Embajadores, la cual bajamos. En total un kilómetro escaso de ver edificios como la Capilla del Obispo y tranquilas callejuelas junto a otras más bulliciosas que rodean el popular “Rastro”. Llegamos a San Cayetano, la iglesia castiza.

EDIFICIO 4: Iglesia de San Cayetano
El templo fue incendiado en 1936 y reconstruido en su aspecto básico por Fernando Chueca Goitia en la posguerra. Se iniciaron las obras del proyecto de Marcos López en 1678, aunque no se concluyeron hasta 1761. Una planta de cruz griega está cubierta por cinco cúpulas, de las que domina la principal, visible desde lejos. José Benito de Churriguera realizó la fachada, dividida en calles con hornacinas por pilastras enormes.

Iglesia de San Cayetano.

Por las calles de Abades, Mesón de Paredes, Plaza de Tirso de Molina, Magdalena, Antón Martín, León y Lope de Vega, llegamos al convento de las Trinitarias, tras pasear una distancia de 1.200 metros.

EDIFICIO 5: Convento de las Trinitarias
La orden Trinitaria fue la que rescató a Cervantes de su cautiverio de Argel, por lo que era lógico que aquí fuesen enterrados sus restos en 1616 desde su vecina casa, lamentablemente derribada en 1833. Marcos López erigió el conjunto entre 1673 y 1698. El gran edificio conventual dejó empequeñecida la austera iglesia rematada en frontón triangular, muy similar al modelo barroco madrileño.

Iglesia de las Trinitarias.

Caminamos ahora unos 600 metros para llegar al convento de las Calatravas. Pasamos por las calles de San Agustín, Plaza de las Cortes, Carrera de San Jerónimo, Cedaceros y Alcalá. Hemos salido del barrio de Las Musas para atravesar el ambiente de las Cortes, con su bello edificio del neoclásico decimonónico. También el barrio asemeja una “city” cosmopolita con sus sedes bancarias y hoteleras, típico paisaje urbano de cualquier ciudad europea.

EDIFICIO 6: Convento de las Calatravas
Este templo de la Orden Militar de Calatrava fue construido muy rápidamente, entre 1670 y 1678 según los proyectos de fray Lorenzo de San Nicolás y Gregorio Garrote. Tras la demolición del convento, estaba condenado el templo, aunque la intervención del general Prim consiguió salvarlo de la piqueta. Una gran cúpula sobre tambor octogonal destaca su protagonismo con un rascacielos adosado del siglo XX. La fachada está rematada con un gran frontón triangular. Sus cornisas están bellamente decoradas con esculturas de guirnaldas. En 1886 Juan de Madrazo decoró su fachada en tono rojizo con esgrafiados que recuerdan a las fachadas segovianas. Su única fachada a la calle de Alcalá coincide con su nave lateral. Como decimos, queda empequeñecida en un entorno urbano con estética del siglo XX y sus monumentales sedes bancarias.

Iglesia de las Calatravas. 

SEGUNDO ARQUITECTO: FRAY LORENZO DE SAN NICOLÁS
Madrid, 1593 / 1679
Ingresó adolescente en la Orden Agustina. Apasionado de la arquitectura y su enseñanza, escribió en dos tomos (1639 y 1665) un libro práctico: Arte y Vso de Architectvura, en el que trata, además de la árida teoría, los presupuestos de las obras, el uso de los materiales, las responsabilidades del maestro de obras, etc. Un libro muy leído y reeditado muchos años después, dado su estilo ameno. Trabajó, además de las obras de Madrid (las Calatravas, obras en el claustro de San Jerónimo), en Talavera de la Reina, Salamanca, Toledo y, sobre todo, en Colmenar de Oreja.

TERCER PASEO:
DE LAS CALATRAVAS AL CONVENTO DE LAS COMENDADORAS DE SANTIAGO
Y ya vamos cerrando el paseo circular por el norte y el noroeste. Vamos a pasear por los barrios que llevan al norte, a la vieja antaño Puerta de Bilbao, hoy glorieta de igual nombre. El eje es la Calle de Fuencarral y el llamado Barrio de las Maravillas o de Malasaña desde fines del siglo XX.
Desde la calle de Alcalá tomamos las de Peligros, Gran Vía, Fuencarral y San Vicente Ferrer, para cruzar la de San Bernardo y llegar a la iglesia de Montserrat. El paseo discurre por esa Gran Vía que emergió a inicios del siglo XX como arteria este-oeste para atravesar ese casco histórico en unos años en los que el automóvil era ya medio de transporte en expansión. Por la Calle de San Vicente Ferrer atravesamos una zona de ocio nocturno, similar a las calles de la zona de Huertas ya vistas. La calle de San Bernardo apenas tiene ya indicios de su viejo ambiente universitario ante el viejo caserón de la extinta Universidad Central. Hemos recorrido unos 1.670 metros desde las Calatravas. Decir que en sus calles se desarrolla el argumento de la gran novela galdosiana Miau.

EDIFICIO 7: Iglesia de Montserrat
En 1640, ante la crisis secesionista catalana, un grupo de frailes castellanos huyeron de la abadía y se refugiaron en Madrid. Sebastián Herrera Barnuevo proyectó un templo erigido entre 1668 y 1704 para la comunidad. Un gran frontón triangular destaca en la calle de San Bernardo. Sin embargo, lo más interesante es la torre esquinera del lado sur, con su bello campanario decorado por Pedro de Ribera. Se echa en falta una segunda torre que diese más monumentalidad a la fachada.

Iglesia de Montserrat. 

Tras este templo adivinamos, a unos 160 metros, por la calle de Quiñones, el de las Comendadoras de Santiago.

EDIFICIO 8: Iglesia y convento de las Comendadoras de Santiago
Fue construida su iglesia entre 1667 y 1697 por Manuel del Olmo, para los caballeros de la Orden Militar de Santiago. La planta cuadrada griega sostiene una gran cúpula sobre pechinas achaflanadas. A los pies, dos torres con chapitel característico. El convento fue reestructurado por Francisco Sabatini en el siglo XVIII. Lo interesante del convento es su conservación en la actualidad, al salvarse de la piqueta (cosa rara, pues la mayoría de los conventos fueron derribados, dejando solo las iglesias correspondientes). Ocupa toda una manzana rectangular del barrio y nos permite ver el edificio tal como era.

Convento de las Comendadoras. 

TERCER ARQUITECTO: SEBASTIÁN HERRERA BARNUEVO
Madrid, 1619 / 1671
Hijo de un escultor, entró en el taller de Alonso Cano, su referencia artística. Con esas referencias fue un artista íntegro y polifacético: además de arquitecto fue pintor y escultor. Dio el toque barroco en el diseño de los jardines y fuentes del Real Sitio de Aranjuez (1660). En 1667 es el Pintor de cámara del rey Carlos II. También trazó los planos de la iglesia y convento de Montserrat. Gran parte de su obra sufrió se perdió por incendios, guerras y desamortizaciones.

Tras disfrutar de la Plaza de las Comendadoras acaba el recorrido. Se puede cerrar el círculo occidental yendo hacia el punto de partida. Para recorrer los últimos dos kilómetros, tomamos la Calle de Amaniel, giramos a la derecha por la de los Reyes, la Plaza de España, Bailén, la Plaza de Oriente, las calles de Santiago y Mayor, para llegar de nuevo a la Plaza de la Villa.

En nuestra provincia de Madrid aún se puede notar su huella en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial. En junio de 1671 se declaró un virulento incendio que destruyó gran parte de la obra inicial. A Carlos II se debe la orden de la reconstrucción de San Lorenzo y la decoración de gran parte de sus estancias, como la escalinata principal con una Apoteosis de la Monarquía de Carlos II a cargo del gran artista italiano de Nápoles afincado en Madrid en la última década del siglo: Luca Giordano, autor además de los frescos de la bella iglesia madrileña de San Antonio de los Alemanes y del Casón del Buen Retiro.

Todo un panorama artístico nada despreciable que se correspondía con un reinado que, si bien tuvo resultados menos visibles que los anteriores, supuso la base de la prosperidad del siglo XVIII y, por supuesto del barroco final que tuvo en los Churriguera y Pedro de Ribera (Madrid), en Casas Novoa (Santiago), o en el escultor murciano Salcillo, su máxima expresión.

sábado, 29 de octubre de 2011

LOS CUATRO VIAJES DE COLÓN, 1492-1504 (4ª PARTE Y FINAL. CUARTO VIAJE Y MUERTE DEL ALMIRANTE)

Acabamos aquí esta serie de cuatro entradas aprovechando el mes de octubre como recuerdo-homenaje al hombre que, en este 519 aniversario, descubrió el continente americano en 1492. Su viaje postrero y las dificultades y peligros que estuvieron a punto de costarle la vida trágicamente en la mar, ocupan esta primera parte. Una elemental biografía del inicio y final de la vida de Colón, así como la mención del primer gran mapa moderno y del nombre del continente, acaban la serie.


EL CUARTO VIAJE COLOMBINO
Cádiz, 2 de mayo de 1502 / Cádiz, 7 de noviembre de 1504


El 14 de marzo de 1502 tuvo Colón la autorización para realizar el que sería el último de sus viajes. Zarpaba el día 2 de mayo de Cádiz con el objetivo de encontrar el estrecho que separaba las dos tierras firmes de Asia que creía haber descubierto. Iba ahora como simple navegante particular con cuatro carabelas y 140 hombres. Tenía la prohibición de tocar La Española.
El 15 de junio llegaba a Martinica. De ahí intentó llegar a Santo Domingo, donde el gobernador le impidió echar el ancla. Colón hubo de seguir hacia Jamaica y a las costas del sur de Cuba. Desde aquí puso rumbo al suroeste, llegando a la costa centroamericana de Honduras. Desde allí siguió costeando hasta la actual Panamá, donde pasa largos meses.
A mediados de 1503 tenía ya solo dos naves y 116 supervivientes, iniciando la vuelta a las islas Antillas. Naufragó en las costas de Jamaica, donde quedó con su tripulación. Envió en lanchas a varios marineros a Santo Domingo en busca de auxilio. El gobernador Ovando envió una carabela para salvarle. El 28 de junio de 1504 estaban ya salvados. Durante varios meses estuvo reponiéndose en Santo Domingo. En septiembre abandonaba -vivo- por última vez el continente americano. Llegaba a Cádiz el 7 de noviembre, tras dos años y medio desde su salida.
Este último viaje fue el más completo en cuanto a descubrimientos. Las nuevas tierras descubiertas eran amplias: las costas atlánticas centroamericanas, de Honduras a Panamá.

¿Quién era Colón?
Llegados a este punto, veamos quién fue Cristóbal Colón. Este personaje histórico ha hecho verter ríos de tinta. Le han buscado tantas patrias como a don Quijote en el lugar de La Mancha del que Cervantes no quiso acordarse. Hoy se acepta Génova como su cuna, y 1451 como el año de nacimiento. De familia de tejedores, muy adolescente, movido por el espíritu empresarial y viajero de su ciudad, empezó a navegar. En 1476 llegó a Lisboa. El Mediterráneo y el Medievo estaban ya en decadencia y, tanto Génova, como Venecia, buscaban ya su lugar en el Atlántico, océano en que ingleses, franceses y, en especial, Portugal y Castilla, estaban mejor situadas. Un año después llegaba a Irlanda (Galway) e Inglaterra.
Vuelto a Lisboa se casó con Felipa Moniz de Perestrello, yéndose a vivir a las Azores unos años. Colón ya era un atlantista pleno y el Mediterráneo le quedaba ya muy del pasado. Allí estudió el Atlántico y sus vientos y corrientes, leyó el Libro de las Maravillas de Marco Polo y viajó por la costa africana en esos viajes exploratorios para circunnavegar el continente negro. Con 32 años presentó su proyecto al rey portugués, pero fue rechazado. Viudo y con su pequeño hijo Diego, decide entrar en Castilla, alojándose en el monasterio franciscano de La Rábida. El resto de la historia ya la conocemos.

Estatua "manirrota" de Colón en Pontevedra.

Veamos ahora su final. En 1504, nada más llegar a España, supo de la muerte de la reina Isabel, su única valedora. Se estableció enfermo en Sevilla durante 1505. Fernando le recibió indiferente para decirle que el asunto de las Indias le incumbía ya a su hija y sucesora, la reina Juana la Loca. En el invierno de 1506 debió de estar muy enfermo. Pobre y solo estuvo en Valladolid, donde le sorprende la muerte en el mas absoluto olvido, en el mes de mayo. Como dijimos, un triste final para uno de los personajes más sobresalientes de la historia. El país al que dio la gloria y la base de un imperio durante tres siglos, le olvidaba de forma tan poco ortodoxa.

El primer mapa de las Indias y el nombre de América
En 1500, en el Puerto de Santa María, Juan de la Cosa elaboró el primer mapa de las Indias, de gran tamaño y precisión para su época. Estamos ante una de las primeras consecuencias culturales del descubrimiento: el inicio de la renovación de la cartografía que, cien años después, ya contaba con el mapa de proyección Mercator, inicio de la cartografía actual. Se basa su mapa en los descubrimientos de Cabot, en los de Cabral y en esos viajes anteriores españoles, los de Ojeda-Vespuccio-La Cosa-Lepe y Pinzón. Se conserva en la actualidad en el Museo Naval de Madrid.


El cartógrafo cántabro, Juan de La Cosa. Participó en los dos primeros viajes de Colón, además de haber sido espía de los Reyes Católicos en Lisboa. Realizó viajes propios al continente americano, muriendo en la costa colombiana en una emboscada de los indígenas, en 1510.

El nombre de América se debió a Américo Vespuccio. El clérigo Martín Waldseemüller, copió su nombre como el descubridor del Nuevo Continente. Se expandió rápidamente por toda Europa e hizo fortuna hasta hoy. No obstante, en España se usó durante muchos años el nombre de Las Indias.

Hemos visto un capítulo de la historia del mundo que se abrió en ese 1492, aunque, como todo fenómeno histórico, se va gestando años atrás. Las consecuencias de dicho episodio fueron tan grandes en la vida mundial, tanto a nivel particular de las gentes de ambas orillas, como a nivel de las altas esferas del poder, que, a pesar de que muchos historiadores se empeñen en decir que el fin del Medievo lo marca la caída de Constantinopla en 1453, bien puede decirse que fue la aventura colombina el inicio de la Edad Moderna, pues esta nunca hubiese nacido sin ese viaje de ese año mágico como le apodaron algunos en los fastos de aquél ya lejano año de 1992. Se abría ahora, a inicios de la segunda década del siglo XVI el nuevo capítulo de la conquista y colonización, el de los corteses y pizarros, de zumárragas y Las Casas,  de galeones y piratas… Pero eso ya... es otra historia.

lunes, 24 de octubre de 2011

COLON Y SUS CUATRO VIAJES, 1492-1504 (3ª PARTE: LA CAÍDA EN DESGRACIA DE COLÓN)


Los indios de Colón
Todos sabemos que Colón trajo varios indios en las carabelas pero, ¿qué fue de ellos?. En el tornaviaje a España Colón embarcó a 10 indios: tres en la Pinta y siete en la Niña. En el mar murió uno de la Pinta, por lo que nueve vieron el Viejo Mundo. De esos nueve, uno murió en Sevilla, en la comitiva camino de Barcelona. Otro fue bautizado y fue paje del infante don Juan, aunque murió al poco. Por tanto, siete se embarcaron en el segundo viaje colombino. De esos siete, cinco murieron en la travesía, llegando tan solo dos a su continente. Uno de ellos era de San Salvador, por lo que fue de los primeros que vieron a los europeos. Aprendió muy rápido a hablar el castellano y se casó con Cora, la hija del cacique Gurionex, viviendo largos años.


SEGUNDO VIAJE COLOMBINO
Cádiz, 25 de septiembre de 1493 / Cádiz, 11 de junio de 1495
El 25 de septiembre de 1493 zarpaba Colón desde Cádiz con 1500 hombres entre curas, soldados y profesionales. Les transportarían 14 carabelas y tres naos. Ya sabía su destino final al otro lado del Atlántico. Como siempre, tras la consabida escala final en las Canarias para el último aprovisionamiento y aguada, surcaba el Atlántico con sus corrientes favorables. Esta vez marcó un rumbo más meridional, en busca de nuevas tierras y de las anheladas cortes de China y Cipango, aún sin aparecer ni dar indicio alguno de su existencia. Esta ruta más meridional sería la usada en siglos posteriores por ser la más rápida y segura.
El día 3 de noviembre llegaba a la pequeña isla de Dominica, la primera de un nuevo archipiélago: las pequeñas Antillas. Varias de ellas fueron descubiertas los días siguientes (del 3 al 18 de noviembre): Guadalupe, Antigua, Once Mil Vírgenes, etc. Ese 18 de noviembre avistaba el actual Puerto Rico, llamado Borinquén y rebautizado como San Juan Bautista. Por fin el 27 encontraba los restos del fuerte de Navidad con sus 39 marinos aniquilados a manos de un cacique agresivo de la zona según le informaron caciques amigos del primer viaje. Tras pasar la Navidad, el día 6 de enero de 1494 fundaba La Isabela, en la costa norte de la isla de La Española. Nacía la primera población en América.
El 24 de abril zarpaba en busca de nuevas tierras y de China, a la que creía muy cercana. Durante todo el verano y el otoño exploraba la costa del sur de Cuba, las costas de Jamaica y la costa sur de la Española. Por fin, el 10 de marzo de 1495 zarpa rumbo a España, llegando a Cádiz el 11 de junio a Cádiz.
Volvía de nuevo al Viejo Mundo con el triunfo personal, con nuevas tierras descubiertas: Las pequeñas antillas y Puerto Rico, pero sin haber encontrado esa corte oriental y opulenta que visitase Marco Polo. Aún el almirante creía que su proyecto inicial desde su juventud era posible. Los Reyes Católicos le seguían protegiendo. Aún estaba en el cénit de su vida.
En su ausencia se había firmado (7-VI-1494) el Tratado de Tordesillas, por el cual, los portugueses podrían acceder a las costas brasileñas. Antes, el rey Fernando había renunciado a su autoridad en los nuevos territorios como rey de Aragón, quedando éstos como únicos de Castilla.

Lápida en la fachada del palacio burgalés de la Casa del Cordón, autorizando el tercer viaje. (Hacer clic)

TERCER VIAJE COLOMBINO
Sanlúcar de Barrameda, 30 de mayo de 1498 / Cádiz, noviembre de 1500
Tres años tardó en realizar su tercer viaje. Tras hacer la aguada en Canarias se dirigió más al sur, descubriendo el 31 de julio la isla de Trinidad. De ahí recorrió parte de la costa venezolana y confirmó que estaba en tierra firme. Descubrió también la isla Margarita. Llegó a Santo Domingo en el 31 de agosto de 1498. Ahora empezaba su caída imparable. La situación era desastrosa en la colonia y hubo de reprimir todo el año 1499 rebeliones de indios y españoles a la vez.
El 24 de agosto de 1500 llegaba Francisco de Bobadilla con órdenes de los Reyes Católicos de detenerlo. Colón y sus dos hermanos fueron llevados presos a Cádiz. Los reyes le convocaron en Granada, donde fue liberado de sus grilletes. Los monarcas le reprobaron su política en la isla y le degradaron, aunque conservó su cargo de Almirante. En España se enteró de que estaban saliendo (y saldrían) viajes a las Indias. Ya sería un mero descubridor sin el monopolio anterior. Nicolás de Ovando sería el nuevo gobernador de las Indias.
El hombre que aportó el mayor descubrimiento geográfico de la historia, con los radicales cambios que ellos supuso, el hombre triunfador en Barcelona ante los Reyes Católicos en 1493, volvía ahora, ocho años después de su gesta, con grilletes humillado, como un presunto delincuente, ninguneado y despreciado. Paradojas de la vida.


LOS SEIS VIAJES CONTEMPORÁNEOS CON COLÓN
- 1er viaje. Puerto de Santa María, 18-V-1499 / febrero de 1500.
Lo realizaron Alonso de Ojeda, Américo Vespuccio y Juan de la Cosa. Llegaron a las bocas del Orinoco, la isla Margarita y La Española. Obtuvieron un gran cargamento de perlas. La nueva tierra descubierta fue la costa Guajira de la actual Colombia.
- 2º viaje. Huelva, diciembre de 1499 / 1500.
Lo realizó Vicente Yáñez Pinzón. Exploró la costa norte del Brasil y las bocas del Amazonas. De ahí volvió a Puerto Rico y La Española. Brasil era descubierto ante que lo hiciesen los portugueses. También las bocas del Amazonas.
- 3er viaje. Palos de la Frontera, junio de 1499 / Bayona, 1500.
Lo realizó Alonso Niño. Cargó una gran cantidad de perlas.
- 4º viaje. 1499-1500.
Lo realizó Diego de Lepe.
- 5º viaje. 1500-1501.
Lo realizó Vélez de Mendoza.
- 6º viaje. Marzo de 1501 / septiembre de 1502.
Lo realizaron Rodrigo de Bastidas y Juan de la Cosa. Exploraron las costas colombiana y panameña. La nueva tierra descubierta fue la costa colombiana.

DESCUBRIMIENTOS DE INGLESES Y PORTUGUESES
Inglaterra y los dos viajes de John Cabot
John Cabot, italiano, radicado en Inglaterra, zarpó de Bristol en mayo de 1497, llegando ese verano a Terranova o a la península del Labrador. El 6 de agosto regresó a Bristol. El rey Enrique VII autorizó un nuevo viaje a Cabot en primavera de 1498. Se cree que llegó al Labrador y navegó en paralelo a la costa este de Norteamérica hasta Florida.

El Portugal de Manuel el Afortunado
Portugal seguro que lamentó el haber despreciado a Colón. Sus odiados competidores castellanos les habían hecho compartir su monopolio en la navegación interoceánica. De hecho, el temprano empuje a la firma del Tratado de Tordesillas en 1494 demuestra que la corona lusa no se resignaba a dejar las manos libres a Castilla. El rey Manuel el Afortunado empezó a autorizar viajes al oeste. Los hermanos Corte Real, Gaspar y Miguel, exploraron en dos viajes las costas también de Terranova y el Labrador entre 1500 y 1502, desapareciendo en ellos.
El 9 de marzo de 1500 zarpaba de Lisboa Pedro Álvarez Cabral rumbo a Buena Esperanza, aunque en Cabo Verde cambió el rumbo y llegaba a la actual Bahía, en Brasil, tomándola para Portugal. Luego continuó a la India sin dejar asentamiento alguno.
En mayo de 1501 zarpó de Lisboa Américo Vespuccio hacia Río Grande do Norte, desde donde siguió rumbo al sur llegando, posiblemente al río de la Plata. Al volver de ese viaje en 1502, Vespuccio supo que se trataba de un continente nuevo, diferente a Asia, la cual adivinaba muy lejana aún.

Es fácil imaginarse qué pasaría por la cabeza del Almirante, un hombre que había logrado verse como un gran explorador, y ahora, en ocho años se veía despreciado y olvidado por aquél país al que había dado tanto. ¿Qué hubiese pasado en la historia de España si no hubiese sido rechazado en la Lisboa de los Avís? ¿Y si, rechazado por ambas monarquías ibéricas hubiese sido escuchado y apoyado en la Inglaterra renacentista en pleno albor de una historia naval única? Desde luego que España sería muy diferente hoy, un país europeo sin ninguna proyección mundial más allá del mundo mediterráneo. De ahí la gran deuda de este país con Cristóbal Colón.

jueves, 20 de octubre de 2011

COLÓN Y SUS CUATRO VIAJES, 1492-1504 (2ª PARTE: AMÉRICA EN 1492)

¿AMBOS MUNDOS? O ¿UN MUNDO FRENTE A VARIOS?
Tras el descubrimiento de ese Nuevo Mundo cabe preguntarse cómo era y el porqué de su rápida conquista por los europeos y por las dos principales coronas ibéricas (Portugal y Castilla) en particular.
Entre 1492 y 1510, año este último en que empieza la conquista generalizada de las tierras descubiertas, se notan ya las primeras consecuencias del descubrimiento en Europa. El continente americano era un mosaico de pueblos y civilizaciones desconectadas entre sí. Algunos autores no hablan de choque de dos mundos, sino de un mundo, el europeo occidental y los variados mundos de aquella América. El mundo europeo occidental era uno. Los españoles, portugueses, ingleses, franceses y resto de europeos y el mundo islámico, tenían frecuentes contactos directos (guerras) e indirectos (difusión de conocimientos e inventos de todo tipo). Además, los europeos occidentales de entonces estaban unidos por el nexo religioso o de la Cristiandad romana (aún no se había producido el cisma luterano en Occidente).
Nada de esto ocurre en la América precolombina. Muchas veces se ha querido dar una visión paradisíaca de aquellos pueblos cuyas similitudes empezaron a disgregarse al ir desplazándose durante miles de años del norte al sur, desde Alaska a la Tierra del Fuego. Apenas tenían ya nada en común un esquimal de la península del Labrador con un indio de la cuenca del Amazonas. Cierto es que había tres grandes civilizaciones en un estadio histórico similar (escritura, politeísmo religioso, esclavismo) como es el caso de los aztecas, mayas e incas, así como un similar paralelismo en el lugar físico de sus asentamientos: los altiplanos andinos o mesoamericanos en contacto con los océanos tropicales de las costas peruanas o mexicanas. Unas civilizaciones que podríamos asemejar a las que existían en el Viejo Mundo en la Edad Antigua: egipcios, mesopotámicos, griegos o romanos. Sin embargo procedían de diferente tronco o civilización originaria. Desde el llamado Creciente Fértil del Próximo Oriente, uno de los lugares donde nació de forma aislada, sin contacto con los demás, el Neolítico, sus interconexiones fueron constantes hasta llegar a las civilizaciones clásicas mediterráneas: conocimientos, religión monoteísta posterior, etc.
Nada de esto sucedía en el Nuevo Mundo descubierto por Cristóbal Colón. Los dos grandes focos neolíticos de los altiplanos andinos no tuvieron nada que ver con los de los correspondientes del centro mexicano. Eran, por tanto, civilizaciones originarias diferentes.
Groso modo podemos diferenciar cuatro grandes dominios diferentes entre sí. Cuatro grandes espacios en los que, incluso en los que sí había relación, ésta era de guerras frecuentes y de guerras civiles internas. Fueron la “iberización” primero, y más tarde el republicanismo surgido de la emancipación, quienes aunaron estos vastos territorios heterogéneos hasta el surgimiento de la actual región geográfica supranacional que se llama, según los diferentes autores, Latinoamérica, Iberoamérica e Hispanoamérica.


REGIÓN MESOAMERICANA, CENTRO Y NORTE ANDINA
- Comprendería unos pueblos en el estadio histórico de la civilización ya muy antigua en el tiempo.
- Practicaban una agricultura intensiva, con importantes excedentes para comercializar y alimentar población no agrícola numerosa. El maíz es la base de esa agricultura e imprime su carácter, hablándose de “civilizaciones del maíz”. Dicho cultivo es el equivalente al trigo del Viejo Mundo.
- Gran desarrollo urbano: Cuzco, Tenochtitlán…, con buen y ordenado urbanismo, con muestras artísticas de calidad: templos piramidales, palacios, canales, etc.
- Sociedades semifeudales, esclavistas y militaristas, con un poder teológico de sus dirigentes políticos. Las rencillas internas entre sus dirigentes existían desde finales del siglo XV: rivalidad inca entre Atahualpa y Huáscar o la impopularidad de Moctezuma entre los aztecas.
- Desarrollo de la minería en general y de metales preciosos en particular: oro, plata; y de perlas y otros objetos. Su desarrollo atrajo a los españoles.
- Dominaban amplios territorios de manera directa o indirecta, con grandes poblaciones diferentes entre sí y en rebelión constante contra los dominadores. De hecho, esta rebelión continuada hizo que los españoles se percatasen de la necesidad de sembrar rivalidades para la mejor conquista: los tlaxcaltecas contra los aztecas por un lado, y los chachapoyas y huancas contra los incas por otro, allanaron las respectivas aventuras de Cortés y Pizarro.
- Los pueblos más importantes de esta región son: aztecas y mayas (Mesoamérica), junto a incas (centro de los Andes) y chibchas (norte de los Andes).

Ruinas mayas al sur de México
Pirámides de Teotihuacán al norte de Ciudad de México
Machu Pichu, santuario inca en la región de Cuzco, Perú.


Estas zonas fueron las más controladas de todo el imperio americano por los virreyes peninsulares, las más españolizadas y las más ricas para explotar. Sin embargo son las que conservan aún sus viejas lenguas y su identidad racial prehispánica: cultura quechua, aymara o nahua. Fuera de esta región el dominio español se vio disuelto ante la inmensidad natural y la variedad de climas y tribus indígenas. Empezaba la frontera o límite natural de la expansión europea (al norte), ibérica (en las selvas ecuatoriales) e hispana (en la pampas del cono sur), hasta los avances del siglo XIX, ya con a cargo de los gobiernos de las nuevas repúblicas independientes.



AMÉRICA DEL NORTE: PRIMERA FRONTERA DEL PODER EUROPEO
Los españoles, tras someter el imperio azteca, se encontraron con unos desiertos al norte, con tribus de poco interés para su dominio. Más al norte aún, unas tierras ya templadas, pero con tribus belicosas, también fueron un freno expansivo para los viajes de Vázquez de Coronado o Cabeza de Vaca por el sur de los actuales Estados Unidos. De hecho, en el noroeste mexicano, llamado Nueva Galicia en la época virreinal, hoy Jalisco, Nayarit, Sonora…, los españoles no dominaron nunca completamente a los pueblos indios (rebeliones continuas, como la guerra del Mixtón) como los chichimecas. Tampoco más allá de los Apalaches fueron tierras conquistables para ingleses y franceses.
- Estos pueblos estaban en la etapa de la barbarie protohistórica, es decir, pueblos neolíticos, de agricultores extensivos que practicaban aún la caza de caribúes y bisontes, así como la recolección en algunos casos más atrasados.
- Por tanto, eran sociedades tribales –en algunos casos de clanes-, algunas nómadas y algunas ya sedentarizadas.
- Sus religiones mágicas, basadas en fuerzas de la naturaleza, han dejado algunas muestras de arte rupestre y sus ritos imaginables.
- Los pueblos más importantes de la región son, de norte a sur: esquimales, algonquinos, iroqueses, sioux, seminolas, apaches o comanches entre otros.
 El bisonte de las grandes praderas de Norteamérica,
símbolo alimenticio de aquellas tribus

Indio sioux de Norteamérica


SELVAS TROPICALES Y ECUATORIALES: EL CARIBE, LA AMAZONÍA Y EL CHACO. LA SEGUNDA FRONTERA DEL PODER IBÉRICO
La América cálida intertropical, poblada de selvas vírgenes impenetrables, fueron un obstáculo no sólo para los españoles y portugueses, sino también para los mismos pueblos andinos o mesoamericanos. Desde muy antiguo los incas ya intentaron penetrar más allá de los Andes, pero al bajar de sus altiplanos se encontraban con las selvas hostiles por naturaleza, fracasando en sus intentos de dominar los pueblos de la selva.
Un medio físico hostil cuanto más se avanza al ecuador y mas se interna en la selva: lluvias constantes, calor sofocante, insectos, aguas estancadas y pantanosas han sido las defensas naturales de los pueblos indígenas hasta casi hoy. Sólo bandeirantes portugueses y sus correspondientes españoles se internaban para capturar esclavos indios. Antes de llegar a esas selvas ecuatoriales había una zona tropical de sabanas con estación seca y estación de lluvias torrenciales. Esta zona será la segunda frontera límite de la expansión ibérica. Hasta bien entrado el siglo XX, incluso a finales del mismo e inicios del actual, apenas habían tenido contacto importante con la civilización actual, a la que se resisten.
- Aunque conocen la agricultura, incluso la intensiva, dominan las sociedades de cazadores y recolectores. Practican las rozas itinerantes anualaes en la maleza: incendios controlados para cultivar tapioca y tubérculos.
- La sociedad es de tribus y clanes familiares.
- Ocupan una vasta extensión de espacio selvático que apenas puede mantenerles, por lo que su densidad es baja.
- Los pueblos más importantes eran los caribes (caníbales), tupi-guaraníes, jíbaros, hoy llamados suhares, shipibo-conibos, etc.



Niño yanomami de la cuenca del Amazonas 

 
Selva ecuatorial

EL CONO SUR AMERICANO, TEMPLADO Y FRÍO: LA ÚLTIMA FRONTERA ESPAÑOLA
Las zonas templadas y frías del sur continental ya estaban en la zona de influencia únicamente española. Al sur del Perú existían unos valles fértiles de climas mediterráneo y oceánico cuanto más al sur. Al sur y al esta del Río de la Plata se extendían llanuras o pampas que llegaban hasta la Patagonia y las tierra frías pre-antárticas. Más al sur de Buenos Aires o de Santiago de Chile también tuvo la expansión española su límite: unas tribus similares a las de América del norte, también frenaron desde antiguo a los incas. Los españoles Diego de Almagro y Pedro de Valdivia -como Coronado en el sur de Estados Unidos- tampoco encontraron los tesoros o las civilizaciones que habían encontrado Cortés y Pizarro. Encontraron pueblos que sólo serían sometidos muy a finales del siglo XIX por los gobiernos de Chile y Argentina.
- Pueblos organizados en tribus y clanes.
- Economía de cazadores, pescadores y recolectores con muy escasa agricultura.
- Los pueblos más importantes fueron los patagónicos, onas y, sobre todo, los mapuches o araucanos, los verdugos de Valdivia y de muchos soldados españoles.

Caupolicán, el caudillo araucano-mapuche, símbolo de la resistencia indígena

Una América pues, muy diversa en el momento de la llegada de Colón hace 519 años, y una América ya muy escasa hoy en cuanto a sus tribus y razas, en plena cristalización del mestizaje racial y cultural, con sus luces y sus sombras, proceso histórico que, como ya dijimos levantó, levanta y levantará aún, muchos ríos de tinta. Ese es el legado del descubrimiento colombino en aquél incierto viaje del 12 de octubre de 1492.
 
 

martes, 11 de octubre de 2011

COLÓN Y SUS CUATRO VIAJES, 1492-1504. (1ª PARTE: EL PRIMER VIAJE, 1492-1493)

12 DE OCTUBRE DE 2011: EN EL 519 ANIVERSARIO DEL VIAJE COLOMBINO
Al escribir esta entrada casi dos décadas después de los fastos del Quinto Centenario, tras aquél ya lejano 1992 en que parecía que se acababa el mundo, con las celebraciones añadidas de las Olimpiadas de Barcelona y la Expo de Sevilla, han pasado ya muchas cosas en España, América Latina y el Mundo.
España ha asistido a un redescubrimiento de América al conocer a sus habitantes que han llegando a nuestro país como inmigrantes, con una integración de diverso resultado. Ya forman parte de nuestro día a día cotidiano. Un movimiento de población, a mi juicio muy interesante por el encuentro de verdad entre las dos orillas, más allá de la simple historia.
En América se han ido derrumbando las dictaduras militares salvo el aislado régimen de la Cuba socialista de Fidel Castro. Otro caso es la Venezuela de Hugo Chávez, casi rozando la dictadura personal. Otros regímenes experimentan un resurgir del indigenismo: la Bolivia de Evo Morales, o los casos del Ecuador de Correa o el Perú de Ollanta Humala. En Centroamérica continúa el subdesarrollo. El caso flagrante es el cambio de protagonistas en el sangrante caso del narcotráfico: en Colombia se va normalizando la situación pero es en México donde surge con terrible fuerza esa violencia que está llegando a los límites del genocidio cotidiano. El populismo parece que sigue en escena en este Bicentenario de las guerras de emancipación del siglo XIX. Aún sigue presente la incertidumbre ante el futuro del continente y en las personas deseosas de ver su desarrollo y su lugar importante en el mundo actual.
Dos países parece que han tomado un tren esperanzador: Chile y Brasil. Argentina sigue en su situación de intentar recuperar su pasado esplendoroso de hace ya más de medio siglo. Mientras, la Norteamérica anglosajona continúa su camino diferente, aunque en fase de retirada del protagonismo mundial.
Yo, particularmente, estaba hace veinte años muy alejado de esa realidad americana del caos económico, el populismo y la dictadura. Poco a poco fui descubriendo la realidad de aquellos inmigrantes que llegaron, e incluso en 2009 pude dar el salto de orilla, tantas veces deseado como frustrado por diversos motivos. Un descubrimiento de un continente fascinante en todos sus aspectos.
La historiografía se está revisando tras décadas de convivencia de dos tendencias en ambas orillas del Atlántico: la españolista “leyenda blanca” y la antiespañolista e izquierdista “leyenda negra”. Ambas posturas felizmente en trance de superación y de asentamiento de la verdad histórica.
El tema, un año más, traerá comentarios artículos de prensa, trabajos de escolares, etc. El 23 de marzo de 2009 escribí en el blog un viejo esquema que reelaboré del que me enseñaron en la facultad allá por los primeros años 80: Las consecuencias del descubrimiento de América. Cual sería mi sorpresa ante las numerosas visitas que veo cada día en esa entrada. Estoy estudiando de forma individual la Historia de América que solo estudié de forma rápida. Mis cuatro viajes americanos: Perú, Ecuador y México han sido sumamente enriquecedores y me han dado materia prima para entradas sobre hechos mayoritariamente desconocidos en España, y muy lejos de los tópicos de la historiografía tradicional.


EL PRIMER VIAJE COLOMBINO Y SU IMPORTANCIA EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD
El 12 de octubre se “descubría” el Nuevo Continente. Más bien, Colón anunciaba la existencia de una tierra ya explorada -y abandonada sin vocear al mundo sus viajes- por los europeos del norte: los escandinavos de la Edad Media. La vida cambiará por completo para aquellos hombres del siglo XVI en ambas orillas. Es la gran novedad junto a la revolución neolítica o la entrada en la historia escrita.
Desde los viajes de Marco Polo, el mundo se estaba quedando pequeño para los europeos, para sus emergentes burgueses en particular. Ya se notaban los avances en la navegación y en la península Ibérica los portugueses y los castellanos a la zaga ya iniciaron sus viajes casi un siglo antes.
COLÓN Y SU AVENTURA
Como es sabido, Colón, el enigmático navegante genovés, tras su residencia en Madeira y su matrimonio con la portuguesa Felipa Moniz de Perestrello, fue rechazado de la corte lusitana. Viudo, llega con su hijo Diego al monasterio franciscano de La Rábida, en la Baja Andalucía, cerca de Huelva, en la navidad de 1484 a 85. En el reino de Castilla no tuvo, inicialmente, un apoyo más cálido. En Alcalá de Henares, el 20 de enero de 1486, en el palacio episcopal, tuvo lugar su audiencia con los Reyes Católicos. El monasterio onubense andaluz de La Rábida fue su apoyo más decidido. Allí se fueron dando las condiciones favorables para el arriesgado y enigmático viaje a lo desconocido. Decir que se pretendía llegar a Asia por el oeste era poco menos que una locura en aquella Europa de finales del Medievo. Su conocimiento de las mareas atlánticas y su estudio de los astrónomos helenísticos le daban ánimo suficiente. Conocido es su error de medición: creía que la esfera era menor que la real, basándose en la obra de Ptolomeo, error que pudo costar la vida de aquella flotilla. En La Rábida fue apoyado por Fray Antonio de Marchena y Fray Juan Pérez.

EL MONASTERIO DE LA RÁBIDA: LA ANTESALA DE AMÉRICA
Fue fundado en 1412. Aunque la iglesia y parte del edificio que vio Colón se conservan, tiene muchas reconstrucciones tras el terremoto de Lisboa y sus destrucciones. Entre las desamortizaciones de Mendizábal (años 30 del siglo XIX) y 1922, el edificio estuvo exclaustrado hasta la restauración de la comunidad franciscana. El estilo dominante es el gótico-mudéjar y el claustro es una de sus mejores muestras estilísticas. En su interior se encuentra el sepulcro de Martín Alonso Pinzón, fallecido al poco de llegar a Palos desde Bayona. Impresionan los frescos sobre la gesta pintados por Daniel Vázquez Díaz a inicios del siglo XX. 



Exterior de La Rábida, Frescos de Vázquez Díaz,
Claustro gótico-mudájar, Estancia interior





La ya larga guerra de Granada estaba en la mente de los Reyes Católicos y apenas se atendía a una hipotética política atlántica en pleno auge. Los vecinos portugueses llevaban la delantera desde su base del cabo de San Vicente, extremo suroccidental de la península, en la población de Sagres. En el mismo campamento de Santa Fe, en las afueras de la asediada ciudad de Granada nazarita, logró la firma de las Capitulaciones de igual nombre que le darían el monopolio de las zonas que descubriese.

Por fin, tras muchos obstáculos, se iniciaba la aventura en el verano de 1492, un viaje que duró siete meses y casi dos semanas: del 3 de agosto al 15 de marzo de 1493, en que volvía Colón de nuevo al mismo puerto de salida.

Puerto de Bayona con la reproducción de la Pinta.
Lápida de los marineros que llegaron a puerto.





RESUMEN DEL VIAJE
3 de agosto. Colón zarpa del puerto de Palos (Huelva), con destino a las Canarias. En ese momento aún no estaban del todo sometidas todas las islas por Alonso de Lugo.
6 de septiembre. Tras hacer acopio de las últimas provisiones se iniciaba desde Canarias el verdadero viaje a lo desconocido. La flota la componían dos carabelas: la Pinta, al mando de Martín Alonso Pinzón y 30 marinos; y la Niña, al mando de Vicente Yáñez Pinzón, con otros 30 marinos. Por su parte, el almirante Cristóbal Colón iba en la nao Santa María, con 40 marinos y completaba la flotilla. El viaje era muy incómodo, con comida muy mala y con peligro de escorbuto. El agua se corrompía y era necesario mezclarla con vino para poder beberla. En una estera colocada en el suelo dormían los marinos.
9 de octubre. Se sucede el segundo motín a bordo por el descontento y la falta de agua. Era el momento crítico del viaje.
12 de octubre. Llegada a Guanahaní en las islas Bahamas actuales. Rodrigo de Triana dio el grito histórico al avistar tierra. Es el contacto de dos razas, la amerindia asiática con la caucasoide europea tras casi cinco siglos desde las exploraciones de los vikingos escandinavos.
14 de octubre. Vuelve a hacerse a la mar.
28 de octubre. Llega a la costa norte de la isla de Cuba.
21 de noviembre. Deserción de la Pinta.
Noviembre e inicios de diciembre. Exploración de la costa norte cubana.
5 de diciembre. Llegada a isla de La Española.
24 de diciembre. Encalla la Santa María. Al día siguiente se inicia la construcción del Fuerte de Navidad con los restos de la nao.
6 de enero. La Pinta se reencuentra con el grupo. Tras las consabidas explicaciones se decide el incierto tornaviaje. Antes se había decido también dejar un grupo de marineros en el fuerte Navidad ante la imposibilidad de poder viajar todos a España por la falta de la nao.
Enero-Febrero. Se vuelve a perder la Pinta en una tempestad en mitad del Atlántico. Se llega a las Azores, donde es recibido Colón con hostilidad por las autoridades portuguesas.
1 de marzo. Llegada de la Pinta al puerto gallego de Bayona, en Pontevedra.
3 de marzo. Llegada por fin a Lisboa. Habían transcurrido siete meses justos desde que salió de la península y ahora regresaba a ella, aunque echaba el ancla en territorio portugués, su antigua nación de residencia.
13 de marzo. Tras diez días de estancia en la capital lusa, zarpa rumbo a Palos.
15 de marzo. Casi al mismo tiempo llegaban la Pinta y la Niña, con Colón, a Palos.
30 de marzo. Tras descansar en La Rábida, parte hacia Barcelona, donde estaban los Reyes Católicos. Allí les informaría del viaje.
Monasterio de Santa Clara, en Palos, donde la acción de gracias de Colón.




LAS TIERRAS DESCUBIERTAS

Se descubrieron las actuales Islas Bahamas, además de las islas mayores de Cuba y La Española. El Caribe entraba en la historia. A su vez, las direcciones de la gran Corriente del Golfo eran ya conocidas y aplicadas a aquellas naves que dependían únicamente de los vientos y las corrientes marinas.
El impulso estaba ya dado y, la obligación de ir a rescatar a los marinos allí dejados, obligaba a Colón y al reino de Castilla a seguir explorando aquellas misteriosas tierra que se creían cercanas a Asia, a Cipango (el Japón de Marco Polo) y a la China imperial. La creencia no podía ser más ilusa, como se ocuparía de demostrar tres décadas después el también marino español, el guipuzcoano de Guetaria, Juan Sebastián Elcano al dar la primera vuelta al mundo.

Es fácil de suponer lo que pasaría por la cabeza del almirante Cristóbal Colón esos días: saberse en la élite de la navegación, de entrar en la historia junto a Marco Polo, tener la delantera sobre Portugal, en aquellos momentos la vanguardia de la navegación, saberse triufador ante unos monarcas que despuntaban como los precursores del trono de una superpotencia, y muchas cosas más como su propia autoestima personal tras tantas amaguras anteriores. Todas esas luces se mantendrían unos años, sin sospechar que más adelante vendrían las sombras: llegaría preso a España, perdería el monopolio de sus viajes, sería ninguneado y, moriría pobre y abandonado en Valladolid en mayo de 1506.